Lo que parecía una confrontación más en la ciudad de L’Aquila, Italia, terminó en tragedia. Un cubano de 27 años, Carlos Omar Morales, fue condenado a 12 años de prisión tras la muerte de Teodoro Ullasci el 22 de marzo de 2024.
Un crimen que sacudió a L’Aquila
Carlos Omar Morales, residente en L’Aquila, no estaba solo en este incidente. Junto a él, Alexandru Dumitru Balan, un ciudadano rumano de 37 años, también estuvo involucrado. Según las autoridades, Morales fue hallado culpable de homicidio preterintencional, es decir, causó la muerte sin intención directa de matarlo, pero con la intención de causar daño.
¿Qué pasó realmente esa noche?
Durante el juicio, Morales relató que Ullasci lo estaba presionando para que lo ayudara a distribuir medicamentos recetados. Aseguró que, bajo los efectos de sustancias estupefacientes y sintiéndose acorralado, golpeó a la víctima sin imaginar las consecuencias fatales de su acción.
Las cámaras de seguridad en la vía Fortebraccio registraron el ataque. Según el perito de la Fiscalía, Giuseppe Calvisi, el golpe provocó una arritmia fatal en Ullasci. La defensa de Morales intentó argumentar que la combinación de alcohol, cocaína y otros medicamentos en el cuerpo de la víctima pudo haber sido la verdadera causa de su muerte, pero el tribunal no estuvo de acuerdo.
Un veredicto contundente
Tras revisar todas las pruebas, el tribunal dictaminó que el golpe fue el desencadenante directo de la muerte y sentenció a Morales a 12 años de prisión. La noticia conmocionó a la comunidad de L’Aquila y a la familia de Ullasci, quienes viajaron desde Cerdeña para encargarse de los trámites funerarios y colaborar con la investigación.
Un llamado a la comunidad
Más allá del trágico desenlace, la familia de Ullasci hizo un pedido especial: encontrar a «Akki», la perrita de Teodoro, que se perdió tras el incidente. Instaron a quienes la vieran a resguardarla y ponerse en contacto con ellos para lograr el reencuentro.
Este caso ha generado debate en Italia sobre el consumo de sustancias y la violencia en las calles. Mientras Morales enfrenta su condena, la comunidad aún intenta procesar lo sucedido y reflexionar sobre las consecuencias de un solo golpe mal dado.
