En su más reciente conferencia de prensa, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dejó bien claro el enfoque del gobierno estadounidense respecto a la inmigración. Según sus declaraciones, cualquier persona que ingrese ilegalmente a Estados Unidos se convierte «por definición en un criminal».
El comentario surgió en respuesta a preguntas de periodistas sobre aquellos migrantes detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que no tienen antecedentes penales previos. Sin rodeos, Leavitt subrayó que la administración de Donald Trump no hará distinciones entre quienes han cometido delitos graves y quienes simplemente cruzaron la frontera sin autorización.
Sin excepciones: todos los migrantes irregulares están en la mira
Durante la rueda de prensa, la portavoz de 27 años insistió en que las deportaciones no serán solo para criminales violentos:
“Si un individuo ingresa ilegalmente a Estados Unidos, por definición es un criminal, por lo tanto, está sujeto a deportación. Los traficantes de drogas, violadores, asesinos… definitivamente esos deberían ser prioridad para ICE, pero eso no significa que los criminales ilegales que ingresan a las fronteras de nuestra nación estén fuera de la mesa”, afirmó.
Según sus palabras, el simple hecho de cruzar sin documentos ya es suficiente para ser considerado un delincuente bajo la política migratoria de Trump.
Un «cambio cultural» en la visión de la inmigración
Leavitt enfatizó que esta postura marca una diferencia notable con respecto a administraciones anteriores, en las que se manejaba un enfoque más flexible.
“Sé que la administración anterior no lo vio de esa manera, por lo que es un gran cambio cultural en nuestra nación ver a alguien que viola nuestras leyes de inmigración como un criminal. Pero eso es exactamente lo que son”, declaró con firmeza.
Con esto, la Casa Blanca deja claro que no habrá indulgencia para quienes crucen la frontera sin permiso.
Deportaciones en marcha y tensión en América Latina
Desde el regreso de Trump a la presidencia, las redadas y deportaciones han ido en aumento, generando temor e incertidumbre entre los migrantes indocumentados en EE.UU. A pesar de que el mandatario había prometido enfocarse en la expulsión de criminales violentos, su administración ahora sostiene que todos los migrantes en situación irregular serán tratados como delincuentes.
Esta postura ha generado tensiones con países de América Latina, especialmente después de que el canciller de Colombia, Luis Gilberto Murillo, asegurara que los 201 deportados que llegaron a Bogotá recientemente no tienen antecedentes penales ni en Colombia ni en Estados Unidos.
«No son criminales», subrayó Murillo en respuesta a las declaraciones de la Casa Blanca.
Sin embargo, la administración de Trump parece decidida a mantener su línea dura, lo que podría agravar las relaciones diplomáticas con la región. Con aproximadamente 11 millones de inmigrantes indocumentados en EE.UU., las consecuencias de esta política aún están por verse.