La delincuencia en Cuba ha llegado a niveles que antes parecían impensables. Ni siquiera los cementerios, esos espacios destinados al descanso eterno, se libran del impacto de la crisis. En un reciente suceso en el cementerio de los Judíos, ubicado en Guanabacoa, La Habana, un delincuente fue sorprendido robando lápidas con el fin de venderlas. Este acto no solo refleja la aguda precariedad económica del país, sino también una preocupante falta de respeto hacia la memoria de los difuntos.
Un operativo que dio frutos
El pasado 16 de enero, gracias a un operativo policial coordinado, dos agentes lograron detener al individuo en pleno acto delictivo. La información fue compartida por el perfil oficialista «El Cubano Fiel», cercano a la policía. Según empleados del cementerio, el sospechoso ya estaba bajo vigilancia tras repetidas sospechas de actividades ilícitas. Como dice el refrán popular cubano: «Al que velan no escapa».
Las lápidas, un botín inesperado
El robo de lápidas y otros elementos de las tumbas no es un caso aislado; se ha convertido en una práctica común en la isla. Materiales como mármol y granito, usados en los monumentos funerarios, tienen una alta demanda en el mercado negro, lo que los convierte en objetivos atractivos para quienes buscan sobrevivir en un sistema económico colapsado.
Sin embargo, estos actos no solo dañan lo tangible. Profanan espacios sagrados y golpean emocionalmente a las familias, que ven cómo los lugares de reposo de sus seres queridos son violados. El cementerio de los Judíos, en particular, no solo es un lugar de descanso, sino también un sitio con valor cultural e histórico para la comunidad.
Una delincuencia que no da tregua
Este episodio es solo una muestra más de la creciente inseguridad que azota al país. Los niveles de pobreza y desigualdad han empujado a muchos a cometer actos desesperados, mientras que los robos, asaltos y otros delitos parecen multiplicarse a un ritmo alarmante.
Hoy, los cubanos viven con un temor constante, ya sea en sus hogares, en las calles o incluso al visitar cementerios para rendir homenaje a sus seres queridos. El incidente en Guanabacoa no solo pone de manifiesto el deterioro social, sino también la urgencia de encontrar soluciones que devuelvan la seguridad y el respeto a la vida cotidiana en Cuba.