Mientras el cubano de a pie enfrenta una crisis de transporte y escasez de recursos, las altas esferas del poder en Cuba parecen disfrutar de un estándar muy diferente. Recientemente, un nuevo avión Falcon 900, con matrícula T7-77R, llegó al país, generando críticas por su lujo y costo en el actual contexto económico.
Un avión de lujo para usos oficiales
El avión, que aterrizó en Cuba a finales de diciembre tras una escala en Santa Cruz de Tenerife, ya ha realizado al menos diez vuelos desde principios de enero. Este mismo modelo fue utilizado por el presidente Miguel Díaz-Canel para trasladarse a Holguín, donde participó en eventos oficiales.
¿Para quién es este avión? Definitivamente, no para el cubano promedio. Este Falcon 900, valorado en unos 40 millones de dólares cuando fue fabricado en 2003, podría haberse adquirido por una suma entre 12 y 15 millones de dólares, una cifra considerable en un país sumido en carencias.
Más que transporte: un símbolo de privilegio
Además del Falcon, la flota incluye aviones más antiguos, como uno con hélice que pertenece a Gaviota, una entidad asociada a las Fuerzas Armadas. Este avión suele usarse para transportar vehículos de lujo, como los BMW y Mercedes-Benz que acompañan a las máximas figuras del gobierno cubano en sus viajes.
Un ejemplo llamativo ocurrió en una visita oficial de Fidel Castro a Argentina, donde un avión de hélice cargó su Mercedes-Benz hasta Córdoba. Este modelo, incapaz de realizar vuelos largos sin escalas, tuvo que detenerse en varias ciudades, desde Santiago de Cuba hasta Manaos, Venezuela, antes de llegar a su destino final.
Una flota que contrasta con la realidad del pueblo cubano
Actualmente, se reporta que Cubana de Aviación tiene apenas cuatro aviones operativos, una situación que contrasta con la disponibilidad de aeronaves para fines gubernamentales. Estos aviones no solo se usan para transporte oficial, sino también para eventos como el reciente traslado de personal de La Habana a Holguín, utilizando hasta cuatro aeronaves, incluyendo un ATR y un jet de lujo.
Mientras tanto, el pueblo cubano debe lidiar con carreteras en mal estado, transporte escaso y condiciones de viaje precarias. La pregunta que muchos se hacen es por qué los líderes no comparten los mismos medios que el pueblo al que representan.
El lujo que llega hasta el agua
Otro detalle curioso es que en estos vuelos, no falta el agua embotellada importada, específicamente de la marca Ciego Montero. Ni siquiera el agua es «cualquier agua» para los líderes, una preferencia que parece más propia de marajás que de servidores públicos.
El contraste que indigna
Este derroche en transporte aéreo y lujos genera un evidente contraste con las dificultades cotidianas de la mayoría de los cubanos. ¿Por qué no se destinan esos recursos a mejorar las condiciones del transporte público o la infraestructura del país? Estas decisiones no solo reflejan desigualdad, sino también desconexión con la realidad de la mayoría.
En medio de la crisis, el lujo en el aire sigue siendo un recordatorio del abismo que separa a los líderes cubanos de su pueblo.