En el corazón de la exclusiva barriada de Miramar, en La Habana, ha abierto sus puertas «El Gabán», un restaurante que promete ofrecer una experiencia gastronómica única. Sin embargo, sus precios exorbitantes han generado un sinfín de críticas y comentarios, especialmente tras el análisis publicado por los conocidos youtubers cubanos Javi y Zami en su canal. Con su característico tono relajado y sarcástico, los creadores desglosan cada detalle del lugar, dejando al descubierto los costos estratosféricos que lo convierten en el restaurante más caro de Cuba.
Una primera impresión elegante
Ubicado sobre la heladería «Gelato» en Calle Primera, entre 42 y 44, «El Gabán» se presenta como un espacio de lujo. Desde su decoración minimalista y chic hasta los rincones perfectos para las fotos, todo en el restaurante busca transmitir sofisticación. Con tres áreas principales, incluyendo un salón interior climatizado y un parque infantil temático para los más pequeños, el lugar parece querer abarcar tanto a familias como a comensales en busca de exclusividad.
Sin embargo, como bien lo mencionan Javi y Zami, la elegancia del lugar viene acompañada de precios que «te desvisten». Desde el primer vistazo a la carta, la sorpresa es mayúscula: los refrescos cuestan 990 pesos, las cervezas alcanzan los 1,700 pesos, y una botella de agua «premium» italiana se ofrece por 2,000 pesos. “Es agua de toda la vida, pero con una etiqueta que parece prometer invisibilidad para salir sin pagar”, ironizan los youtubers.
Croquetas de lujo y platos principales
El menú también incluye entrantes como croquetas por 4,000 pesos, descritas con lujo de detalles por el camarero: «a base de tomate fresco, bechamel y aceite de trufas». Aunque la calidad es innegable, los críticos consideran que no justifican el precio. En palabras de Javi y Zami, “quizá estarían en el top 5 de las mejores croquetas que hemos probado, pero no en el top 3. Eso sí, son las más caras de Cuba”.
Entre los platos principales, destacan pizzas que oscilan entre 6,000 y 6,600 pesos, y risottos que superan los 8,000. Javi optó por un tartar de res con maracuyá (“salomillo de primera calidad trinchado con yema de huevo caramelizada”), mientras que Zami eligió raviolis de mariscos. Aunque ambos platos fueron bien recibidos en cuanto a sabor, el consenso fue claro: “nada nos cambió la vida”.
Bebidas y postres: una experiencia agridulce
En cuanto a las bebidas, «El Gabán» ofrece una selección de cócteles que, aunque bien preparados, también se encuentran entre los más caros de la isla. Por ejemplo, una caipiroska de frambuesa cuesta 2,200 pesos, precio que Javi y Zami consideran excesivo incluso para un restaurante de lujo.
El cierre dulce llegó con los postres, todos a 1,980 pesos. Entre las opciones, Javi probó un brownie de chocolate blanco con helado de caramelo salado, mientras Zami eligió una pavlova de merengue suizo. Aunque los postres reflejan la calidad asociada a «Gelato», su dulzura extrema y precio elevado hicieron que la experiencia no fuera completamente satisfactoria.
El factor diferencial: un parque infantil exclusivo
Uno de los puntos destacados de «El Gabán» es su parque infantil temático. Diseñado como un espacio seguro y entretenido, cuenta con PlayStation, juegos de mesa y hasta un muro decorado con donas y dulces. Este espacio exclusivo para los clientes del restaurante ha sido muy bien recibido, aunque no lo suficiente para justificar los precios generales del lugar.
Una crítica con sabor amargo
Javi y Zami concluyen que, aunque «El Gabán» es uno de los restaurantes más bonitos de Cuba, con detalles cuidados y atención de primera, su relación calidad-precio deja mucho que desear. “Está claro que el restaurante busca posicionarse como un lugar de lujo, pero la mayoría de los cubanos no pueden permitirse disfrutar de esta experiencia”.
El video termina con una reflexión sobre el contraste entre los precios y la realidad económica de la isla. Si bien puede atraer a turistas y a una élite local, «El Gabán» parece estar desconectado de las necesidades y posibilidades del cubano promedio.
¿Valdrá la pena visitar este restaurante celestial? Esa decisión queda en tus manos.