En la madrugada del 7 de enero de 2025, un accidente en una instalación que almacenaba material de guerra en la Región Militar de Holguín, perteneciente al Ejército Oriental, sacudió a la comunidad. Desde los primeros momentos, autoridades del Partido, el Gobierno, el Ministerio del Interior y altos mandos militares se trasladaron al lugar para coordinar las acciones de respuesta y comenzar las investigaciones pertinentes.
Una tragedia provocada por un fallo eléctrico
Según la nota oficial, tras días de intenso trabajo por parte de una comisión del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), se determinó que la causa probable del accidente fue un cortocircuito en el sistema eléctrico de la instalación. Las explosiones generadas por este fallo no solo causaron severos daños estructurales, sino que también acumularon gases tóxicos que han complicado significativamente los esfuerzos de rescate.
«En un acto de valentía, 13 militares enfrentaron el siniestro con el propósito de contener su propagación, arriesgando sus vidas en el proceso. Sin embargo, debido al peligro real de derrumbes y la inaccesibilidad del área más afectada, los especialistas concluyeron que no hay posibilidad de encontrar sobrevivientes», señala el comunicado
Una pérdida irreparable
La lista de las 13 víctimas incluye a oficiales, suboficiales y soldados que entregaron su vida al servicio:
- Mayor Leonar Palma Matos, Jefe de Estado Mayor de la gran unidad.
- Mayor Carlos Carreño del Río, Jefe de Defensa Antiaérea de la gran unidad.
- Segundo Suboficial Yoennis Pérez Durán, Jefe de Brigada y Explotación de Obras.
- Segundo Suboficial Orlebani Tamé Torres, Técnico en Mantenimiento y Conservación.
- Soldados: Leinier Jorge Sánchez Franco, Frank Antonio Hidalgo Almaguer, Liander José García Oliva, Yunior Hernández Rojas, Rayme Rojas Rojas, Carlos Alejandro Acosta Silva, Brian Lázaro Rojas Long, José Carlos Guerrero García y Héctor Adrián Batista Zayas.
En su comunicado oficial, el Ministerio de las FAR expresó sus condolencias a los familiares y amigos de las víctimas, reconociendo su sacrificio en aras de proteger a la comunidad. Las autoridades también informaron que próximamente se anunciarán los detalles sobre las honras fúnebres.
Si este evento es de naturaleza pública, dado que el fuego y la columna de humo fueron visibles para todos, resulta alarmante que las instituciones estatales, cuya responsabilidad es informar, opten por ocultar información nuevamente a la ciudadanía cubana. Esto plantea una inquietante pregunta: ¿cuántos otros desastres, menos evidentes para el ojo público, han ocurrido y seguirán ocurriendo en instalaciones militares?
En este contexto, el Consejo para la Transición Democrática en Cuba expresó recientemente: «El peligro para la seguridad pública aumenta significativamente para los cubanos debido a la magnitud de este incidente. Nos cuestionamos si todos los sectores del pueblo cubano están condenados a una situación de precariedad a causa del abandono y la falta de cuidado en las instalaciones públicas».
En escenarios similares, a menudo se descarta la búsqueda de víctimas. “En países como Corea del Norte, se ha optado por no acceder a túneles colapsados por temor a que los rescatistas también pierdan la vida”, explicó hace unos días Octavio Pérez, coronel retirado de la Fuerza Armada de Estados Unidos, exoficial de Inteligencia y analista militar.
«Las instalaciones en Holguín se consideran unidades de infantería. Si están bajo tierra, es probable que el túnel completo haya colapsado», añadió.
La última comunicación oficial del Ejército, que describió el evento como un “desastre de origen tecnológico”, data de hace cinco días. Según el comunicado difundido en las redes sociales del Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR), los equipos de rescate intervendrán cuando las condiciones lo permitan, aunque no se ofrecieron más detalles.
Familiares de los soldados han señalado que muchos de ellos son jóvenes que cumplen con el Servicio Militar Obligatorio (SMO). Sin embargo, el gobierno cubano no ha proporcionado una confirmación oficial al respecto.
De acuerdo con las declaraciones de Pérez, los almacenes subterráneos requieren un estricto control en su organización, aislamiento adecuado de ciertos materiales, niveles controlados de humedad, señalización precisa y supervisión constante para evitar la corrosión. “Si el material bélico no está almacenado correctamente, cualquier movimiento puede desencadenar una explosión inicial que provoque reacciones en cadena, independientemente de la antigüedad del armamento. Incluso equipos de 30, 40 o 50 años pueden ser funcionales si se manipulan y conservan adecuadamente”, concluyó.