René lo resume con crudeza: “El dólar está perdido, nadie quiere venderlo”. Este santiaguero, como muchos otros, está atrapado en la maraña económica del país. Con sus MLC atrapados en una tarjeta, nadie los quiere comprar. “Estoy vendiendo mis MLC y nadie los quiere. No me queda más remedio que gastarlos comprando cualquier cosa en las tiendas para revender”, cuenta mientras planea un recorrido en busca de productos que puedan generarle algún ingreso extra.
La historia de René no es única. La moneda virtual conocida como MLC, creada para evitar el uso de divisas en efectivo, está perdiendo su valor práctico. El desabastecimiento crónico en las tiendas MLC hace que los usuarios acumulen saldos sin poder gastarlos eficazmente, mientras los pocos productos disponibles se agotan en horas.
¿Qué pasó con el MLC?
Katerine, una profesora y revendedora de Santiago, también enfrenta el dilema del MLC. “No recibo dinero del exterior, así que compro MLC por transferencia para trabajar, pero ahora nadie los quiere y los dólares no aparecen”, explica. Su temor principal es que esta moneda desaparezca como ocurrió con el CUC, dejando a los cubanos con saldos convertidos a pesos cubanos al cambio oficial de 120 CUP por dólar, una posibilidad que muchos consideran desventajosa.
La única salida para deshacerse de los MLC parece ser comprar mercancías. Sin embargo, esto genera otro problema: “Te llenas de pesos cubanos, pero con ellos no compras ni comida ni ropa. Si me desdolarizo, no vivo, porque aquí todo sigue dolarizado”, lamenta.
Un sistema financiero lleno de trabas
La incertidumbre no termina ahí. Las nuevas directivas de FINCIMEX para la tarjeta Clásica, que solo acepta recargas en dólares u otras divisas extranjeras, han generado más confusión. René critica que las instituciones financieras estatales parecen operar como entidades separadas. “FINCIMEX y el Banco Nacional actúan como si fueran dos países diferentes. Esto es de locos”, exclama con frustración.
Maritza, otra afectada, tiene 300 MLC que no ha podido vender ni usar. “Los quiero para comprar dólares, pero al paso que van, esos 300 MLC se convertirán en 100 dólares si acaso”, explica, preocupada por el desplome en el valor de esta moneda virtual.
El impacto en la vida cotidiana
En medio de esta crisis, las tiendas en dólares comienzan a aparecer como una nueva realidad. En Santiago de Cuba, corre el rumor de que el establecimiento La California pronto operará exclusivamente en dólares, siguiendo el modelo del supermercado abierto en La Habana, donde solo se aceptan dólares en efectivo o tarjetas extranjeras.
Dania, una vendedora que intenta aprovechar lo poco que queda en las tiendas MLC, ilustra cómo la supervivencia se convierte en un ejercicio de creatividad. “Compro detergente en paquetes grandes, los divido y los vendo según lo que cada cliente pueda pagar. Aquí hay que adaptarse a la pobreza para poder sobrevivir”, concluye.
Más dólares para ellos, más dolores para nosotros
La indignación de los cubanos crece. René, en una cola para comprar productos, lo dice sin filtros: “Ellos quieren dólares de Miami sin producir nada. Más dólares para ellos y más dolores para nosotros”. Mientras tanto, el pueblo sigue buscando respuestas que no llegan, atrapado en un sistema que parece diseñado para beneficiar a unos pocos mientras la mayoría lucha por salir adelante.
La incertidumbre sobre el futuro del MLC y la dolarización del país no solo afecta las finanzas, sino que también refleja las desigualdades de una economía en crisis. Para los cubanos, cada día es un nuevo desafío en una batalla que parece no tener fin.