La más reciente intervención del primer ministro cubano, Manuel Marrero, dejó un aire de confusión y escepticismo. Entre anuncios vagos y promesas inconcretas, Marrero insinuó que el país adoptará una nueva política cambiaria y, para sorpresa de muchos, que se caminaría hacia la dolarización para luego avanzar en la desdolarización. Una lógica que parece tan confusa como afirmar que una dieta de hamburguesas y pizza ayuda a bajar de peso.
Los Dólares en Cuba: Propiedad del Gobierno
El objetivo de Marrero parece claro: controlar la circulación del dólar fuera del aparato estatal. Pero no se trata de limitar los privilegios de las élites. Esos dólares no son para impedir que las figuras influyentes del régimen sigan disfrutando de lujos; supuestamente son «para el pueblo», aunque la realidad muestra otra cosa muy diferente.
El mensaje escondido tras el discurso es que el futuro del MLC (Moneda Libremente Convertible) es más incierto que nunca. Marrero no lo mencionó ni para despedirse, pero la inauguración del supermercado más exclusivo de La Habana, en 3ra y 70, dejó claro el rumbo: se aceptan dólares, tarjetas extranjeras y la nueva «Clásica» cubana, pero ni rastros de los MLC ni de los pesos cubanos.
El MLC: Una Moneda con los Días Contados
Para entender la situación actual, hay que retroceder al origen del MLC. Esta moneda, que en realidad representa dólares acreditados al Banco Central de Cuba, fue creada con el objetivo de canalizar las divisas hacia el Estado. Pero la estrategia salió del control del Gobierno: los cubanos comenzaron a usar las tarjetas MLC para pagar bienes y servicios privados, tanto dentro como fuera del país.
Ese movimiento libre del dinero no encaja en el esquema socialista. Por eso, el MLC está condenado a desaparecer. Sin embargo, Marrero evitó dar detalles sobre cómo o cuándo ocurrirá este cambio, dejando espacio para especulaciones.
¿Un Plan para la Estafa Perfecta?
Una teoría que gana fuerza es que el Gobierno podría eliminar el MLC antes de implementar una tasa de cambio flotante. Si convierten cada MLC en pesos cubanos al valor oficial actual (120 CUP por dólar), podrían cerrar las tiendas MLC y luego, con la flotación de la tasa, dejar al dólar dispararse por encima de los 300 CUP. Así, los ahorros en MLC perderían su valor casi de inmediato.
Otra posibilidad es que el MLC no desaparezca del todo, sino que quede restringido a unas pocas tiendas estatales donde apenas se puedan comprar productos básicos, como pasta de dientes o jabón. Un golpe más al bolsillo de los cubanos, pero con la apariencia de que «nada ha cambiado».
El Impacto en los Cubanos de a Pie
El mayor impacto de estas decisiones recae sobre los ciudadanos que dependen del MLC para su día a día. Imaginen al vecino que vendió todos sus bienes en MLC para financiar su viaje migratorio: ahora, con la incertidumbre sobre su valor, esa tarjeta llena de dinero podría convertirse en un simple plástico sin utilidad real.
Mientras tanto, la población sigue siendo testigo de cómo las monedas, como los edificios y las calles, surgen y desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. En Cuba, todo parece temporal, como si estuviéramos atrapados en una realidad en la que, parafraseando a García Márquez, «las estirpes condenadas a cien años de Revolución no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra».
La pregunta que queda flotando es: ¿qué tan lejos llegará el Gobierno en su afán de controlar hasta el último centavo, y qué les quedará a los cubanos cuando todo termine?
