Desde la madrugada del martes, las explosiones en un almacén militar en la comunidad de Melones, municipio Rafael Freyre, Holguín, han dejado a 13 militares desaparecidos. Este hecho ha generado consternación y preguntas sobre el destino de quienes se encontraban en el lugar.
El Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) informó que entre los desaparecidos se encuentran dos mayores, dos segundos suboficiales y nueve soldados, sin detallar las edades ni brindar información adicional. Sin embargo, medios independientes y familiares han sacado a la luz detalles de sus vidas, creando un retrato más humano de esta tragedia.
Los nombres detrás de la tragedia
Entre los desaparecidos se encuentran los mayores Leonar Palma Matos y Carlos Carreño del Río, y los segundos suboficiales Orlebanis Tamé Torres y Yoennis Pérez Durán. Los nueve soldados son Leinier Jorge Sánchez Franco, Frank Antonio Hidalgo Almaguer, Liander José García Oliva, Yunior Hernández Rojas, Rayme Rojas Rojas, Carlos Alejandro Acosta Silva, Brian Lázaro Rojas Long, José Carlos Guerrero García y Héctor Adrián Batista Zayas.
El MINFAR calificó a los soldados como reclutas del Servicio Militar Activo (SMA), un detalle que resalta la juventud e inexperiencia de la mayoría de ellos. Muchos de los desaparecidos estaban a meses de concluir su servicio obligatorio, lo que añade un matiz desgarrador a esta situación.
Historias de los desaparecidos
Cada uno de los nombres tiene detrás una vida y sueños interrumpidos. Yunior Hernández Rojas, conocido como «Yunito», es un joven de Holguín apasionado por el fútbol, que jugaba regularmente en su barrio. Brian Rojas Long, de la comunidad de Esterito, en Banes, se encontraba a ocho meses de terminar su servicio militar. Brian había sido asignado a un hotel en la península de Ramón de Antilla, donde trabajaba como ayudante de chef, un oficio que le apasionaba profundamente.
Rayme Rojas Rojas, de 20 años, también estaba a pocos meses de completar el SMA. Según un primo, Rayme contaba los días para volver a casa. «Estamos muy tristes y desesperados. Nos dicen que tenemos que esperar nueva información, pero esto es muy duro», relató un familiar.
Otro caso es el de José Carlos Guerrero García, un joven de apenas 19 años, oriundo de Banes. Su familia mantiene viva la esperanza, aunque las circunstancias sean cada vez más desalentadoras.
El dolor de las familias
Las explosiones han dejado un rastro de incertidumbre y dolor. Familiares y amigos de los desaparecidos comparten su angustia en redes sociales, a la vez que critican el hermetismo oficial. “Nos dicen que las probabilidades de que estén vivos son casi nulas, pero seguimos esperando un milagro”, confesó un familiar.
Por su parte, algunos familiares han señalado que el silencio de la prensa oficial es aún más irrespetuoso que la publicación de fotos en redes sociales. Estas imágenes, dicen, han sido compartidas por los propios familiares para mantener viva la memoria de los desaparecidos.
Una tragedia que trasciende los números
El caso de estos 13 desaparecidos no solo expone la peligrosidad de las labores en el almacén militar, sino también la complejidad del contexto que enfrentan los jóvenes cubanos en el Servicio Militar Activo. Mientras las autoridades se centran en controlar las explosiones y evacuar a la población cercana, las familias solo buscan respuestas sobre sus seres queridos.
El MINFAR sigue sin ofrecer detalles sobre las labores de rescate en la zona, que continúa siendo extremadamente peligrosa debido a las altas temperaturas y los residuos de las explosiones. Sin embargo, la esperanza de las familias persiste, incluso frente a un panorama que parece cada vez más sombrío.
Esta tragedia es un recordatorio de las vidas jóvenes que enfrentan riesgos en circunstancias fuera de su control, mientras las comunidades y las familias lidian con el peso de la incertidumbre y el dolor.
