El periódico oficialista Granma ha salido en defensa de la dolarización parcial implementada por el gobierno cubano, calificándola como una medida “necesaria” para enfrentar el mercado cambiario ilegal que domina la economía de la isla. Sin embargo, este ajuste ha generado más preguntas que respuestas sobre su impacto real en el día a día de los cubanos.
La postura oficial: control para el bienestar
Según el primer ministro Manuel Marrero Cruz, la medida busca “redirigir las divisas que hoy se mueven ilegalmente” hacia mecanismos estatales. Durante su intervención en el Cuarto Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional, Marrero aseguró que el objetivo principal es poner esos recursos al servicio del bienestar de la población.
Aunque el gobierno insiste en que “el camino a seguir es la desdolarización de la economía,” admite que este esquema de dolarización es transitorio y estará enfocado en sectores estratégicos como farmacias internacionales, ópticas y salas de espera en aeropuertos.
El impacto desigual de la dolarización
Entre las medidas más controversiales se encuentran el pago de aranceles en divisas para formas de gestión no estatal y la aceptación de efectivo en dólares en determinados establecimientos. Estas acciones, aunque justificadas como una respuesta a las “distorsiones” del mercado informal, refuerzan un sistema donde solo aquellos con acceso a divisas pueden satisfacer necesidades básicas o participar en sectores económicos clave.
Además, se aprobaron ventas mayoristas y minoristas en divisas, pero bajo una estricta regulación centralizada que requiere previa aprobación estatal. Esto ha despertado críticas sobre la dependencia de un sistema burocrático históricamente ineficaz y plagado de corrupción.
Una brecha que se amplía
El gobierno reconoce que “hay una dolarización sobre la cual no se ha tenido control,” pero su estrategia parece ignorar problemas más profundos: la devaluación del peso cubano, un sistema económico obsoleto y la incapacidad estatal para garantizar el acceso igualitario a bienes esenciales.
Mientras tanto, para la mayoría de los cubanos, que dependen de salarios en pesos, la dolarización parcial significa quedar excluidos de mercados clave y enfrentarse a un panorama donde su moneda pierde valor a pasos agigantados.
¿Cuánto durará esta “transición”?
Aunque el gobierno asegura que estas medidas son temporales, no ha ofrecido un cronograma ni una estrategia clara para desmantelar este esquema. Tampoco explica cómo garantizará que los beneficios lleguen realmente a la población y no queden atrapados en un sistema desigual.
El discurso oficial, difundido a través de Granma y las redes sociales gubernamentales, intenta justificar estas acciones como una vía para fortalecer la producción nacional. Según Marrero, los sectores exportadores recibirán apoyo con un componente en divisas para garantizar su operatividad y, supuestamente, beneficiar a la población con productos accesibles en moneda nacional.
Servicios dolarizados: un lujo para pocos
El turismo, las Casas de Habano, las clínicas internacionales y las farmacias que operan en divisas son algunos de los sectores donde esta estrategia ya está en marcha. Aunque el gobierno justifica la medida como una solución a las “dificultades en el pago electrónico,” la realidad es que estos servicios están fuera del alcance de la mayoría de los cubanos.