La semana pasada abrió en silencio una tienda en dólares en Cuba, pero con un giro insólito: no acepta pagos en Moneda Libremente Convertible (MLC). Este detalle no solo ha dejado perplejos a muchos, sino que ha desatado una ola de indignación. Para apaciguar las críticas, el Gobierno cubano salió al paso con justificaciones que han dejado más dudas que certezas.
El dilema de “desdolarizar” dolarizando
En una publicación en Facebook, retomada por el diario oficial Granma, el Gobierno recordó las palabras del primer ministro, Manuel Marrero Cruz, quien calificó la dolarización parcial como un “proceso necesario” para regular las divisas que circulan ilegalmente. Según las autoridades, el objetivo es usar esos dólares para «el bienestar de la población», aunque muchos cubanos sienten que ese bienestar nunca les llega.
Pero esta narrativa no es nueva. En 2021, el Gobierno usó argumentos similares para justificar las tiendas en MLC, que vendían desde productos de lujo hasta artículos de primera necesidad. ¿El resultado? Los salarios en pesos siguieron siendo insuficientes, mientras las estanterías de las tiendas en moneda nacional permanecían vacías.
El destino incierto del MLC
Lo que más llama la atención es la falta de una explicación sobre el papel del MLC en esta nueva estrategia. Esta moneda, creada por el propio Gobierno, parece estar en retirada silenciosa. Economistas como Rafaela Cruz ya lo habían anticipado: el MLC podría desaparecer. Pero, ¿qué significa esto para los cubanos que han dependido de estas tiendas para sobrevivir en medio de la crisis?
El precio de vivir en un país dolarizado
Hablemos claro: en un país donde el salario promedio de un jubilado ronda los 1,500 pesos cubanos, y un dólar en el mercado informal puede superar los 200 pesos, pagar en dólares no es una opción realista para la mayoría. Para colmo, las nuevas tiendas en dólares están diseñadas para sectores específicos, como productores exportadores, y las compras en efectivo solo están permitidas en ciertos lugares, como el supermercado de Miramar.
En palabras de Marrero Cruz, el objetivo es “regular las distorsiones” creadas por el mercado cambiario ilegal. Sin embargo, el primer ministro omitió mencionar aspectos clave, como la venta de combustible en dólares en gasolineras estatales o las dificultades que enfrentan los cubanos para acceder a divisas, necesarias para bienes básicos y boletos de avión.
Más medidas, más incertidumbre
Entre las nuevas medidas anunciadas están las ventas mayoristas y minoristas en divisas, aprobadas “centralmente y de manera excepcional”. Además, se implementarán aranceles en dólares para ciertos sectores no estatales, lo que plantea interrogantes sobre cómo estos negocios podrán sostenerse en un entorno ya de por sí complicado.
El Granma también mencionó que algunos productores recibirán un componente en divisas para adquirir insumos, algo que recuerda a las promesas incumplidas del MLC. Mientras tanto, las cifras del mercado informal no dejan de subir: en solo cuatro días, el precio del dólar y el euro aumentaron 20 pesos.
¿Beneficio para quién?
Aunque el Gobierno insiste en que estas medidas buscan el bienestar de la población, muchos cubanos tienen una percepción distinta. Para la mayoría, estas tiendas representan otra barrera en un sistema que parece diseñado para beneficiar a unos pocos.
¿Es esta la solución para los problemas económicos de Cuba o simplemente una estrategia para centralizar aún más el control sobre las divisas? La realidad, como siempre, está en los bolsillos de los cubanos de a pie, que siguen luchando por llegar a fin de mes en una economía cada vez más desigual.