En el Día de los Reyes Magos, una familia de Santos Suárez, en La Habana, quiso regalar un momento especial a los niños del barrio. Como cada año, adornaron su casa con inflables gigantes y organizaron la entrega de juguetes y dulces. Pero lo que debía ser un gesto lleno de magia y alegría se salió completamente de control.
Ernesto Herrera, uno de los testigos, compartió en Facebook imágenes de lo que comenzó como una escena de ilusión infantil y terminó en una multitud caótica frente a la vivienda.
Una casa que hace magia, pero también necesita protección
Esta casa no es cualquier casa. Es famosa en el barrio por sus decoraciones navideñas espectaculares: muñecos inflables, luces y colores que transforman la esquina de San Benigno y Santa Irene en un punto mágico. Tanto así que tienen custodios nocturnos para proteger las decoraciones de los amigos de lo ajeno.
El lugar se ha vuelto un favorito para las familias que buscan una foto bonita con sus niños. Pero este 6 de enero, el ambiente fue muy diferente.
Cuando la solidaridad enfrenta la crisis
El evento comenzó de forma organizada, pero pronto todo cambió. Según los comentarios en redes sociales, no solo llegaron niños pequeños. También hubo adultos acompañados de adolescentes, e incluso personas que, según testigos, querían revender los regalos.
“Heidy Argudín Dávila”, otra testigo, comentó: “Llevé a mis niños a ver los inflables, pero la cantidad de personas era impresionante. Todo se salió de control, algunos niños lloraban porque querían juguetes, y al final no entregaron nada. Apagaron las luces y desalojaron a la gente. Fue muy triste”.
Reflejo de una crisis más grande
Lo que debía ser una celebración sencilla terminó siendo una muestra más de las carencias que enfrenta Cuba. La crisis económica está tan presente que incluso los gestos solidarios se ven afectados. Desesperación, falta de civismo y escasez convirtieron un momento diseñado para dar alegría en un reflejo de la precariedad.
A pesar de esto, el esfuerzo de esta familia por mantener viva la magia de los Reyes Magos merece reconocimiento. En un país donde muchas tradiciones se desvanecen ante las dificultades, su intención fue un rayo de esperanza, aunque empañado por una realidad dura e ineludible.
Este incidente nos deja una pregunta: ¿hasta qué punto la crisis económica está moldeando nuestras costumbres y nuestra capacidad de compartir?