En Cuba, donde cada día la realidad parece sacada de una novela de realismo mágico, ahora el vuelto no es en efectivo, ni en CUC, ni en dólares. Es en caramelos. Sí, como lo lees, caramelos. Esta historia se hizo viral gracias al relato de una cubana que decidió darse una vuelta por el flamante supermercado en dólares de 3ra y 70 en La Habana. Lo que vivió allí es tan surrealista que parece una broma… pero no lo es.
Resulta que esta muchacha fue a comprar algunos productos y, como buena cubana, pagó en efectivo porque la tarjeta no es opción para todos. Al llegar a la caja, le dieron el vuelto no en billetes ni en monedas, sino en caramelos. Sí, esos mismos que comprábamos en la bodega hace años, pero ahora convertidos en una especie de «moneda alternativa» para quienes hacen compras en este supermercado exclusivo.
Por supuesto, esta situación no pasó desapercibida en redes sociales. En cuestión de horas, la anécdota se regó como pólvora, y los comentarios no se hicieron esperar. Porque, si hay algo que no pierde el cubano, es la capacidad de burlarse de sus propias desgracias.
La pregunta que todos se hacen es: ¿hasta dónde llega el ingenio del régimen para darle vueltas a la falta de cambio? Porque en lugar de aceptar que no hay menudo, ahora el vuelto es dulce, literalmente. Imagínate tú, llegar a la tienda y salir con tu compra y un puñado de caramelos como si hubieras hecho un buen truco de magia.
La dolarización y el sabor amargo detrás del caramelo
Este tipo de historias refleja cómo la economía cubana sigue empeorando, mientras los de arriba intentan maquillarla con soluciones que, en el mejor de los casos, son absurdas. La «dolarización parcial» de la que hablan las autoridades no es otra cosa que una manera elegante de decir que ahora todo está en dólares, pero los cubanos de a pie seguimos cobrando en pesos.
Y es que en estos supermercados en dólares, como el de 3ra y 70, no solo los precios son para volverse loco, sino que también te encuentras con joyitas como esta: caramelos en lugar de vuelto. Todo esto ocurre en un contexto donde los precios de los productos básicos son prohibitivos. Si no lo crees, te doy un ejemplo: allí mismo, en 3ra y 70, puedes encontrar un ron por la módica suma de 779 dólares. Sí, 779. Y, mientras tanto, el cubano promedio hace malabares para comprar detergente o un paquete de pollo.
La verdad es que estos supermercados están diseñados para atraer dólares del exterior, pero lo único que logran es profundizar la desigualdad social en la isla. Los que tienen acceso a divisas se llevan los productos, y el resto se queda mirando los estantes llenos desde fuera, como si estuvieran en un museo.
Caramelos como moneda: humor en medio de la crisis
Lo más curioso de todo esto es que el humor cubano no descansa. En las redes, la gente comenzó a lanzar preguntas y reflexiones cargadas de sarcasmo sobre el uso del caramelo como vuelto. Una de las mejores fue: “¿Y si yo quiero pagar en el agro con caramelos, me los aceptarán?”. Otra apuntaba: “¿Habrá que declarar los caramelos en la aduana si me traen un paquetón de afuera?”.
Es que, en Cuba, hasta las cosas más absurdas pueden volverse normales. Hoy es el caramelo como vuelto, mañana quién sabe si tendremos tickets de rifa en vez de dinero. Pero, detrás de las risas y los memes, hay una realidad muy seria: la economía está tan deteriorada que ni siquiera se puede garantizar el cambio en una transacción en dólares.
Un dulce reflejo de una amarga realidad
Este episodio del vuelto en caramelos nos deja claro cómo la creatividad del cubano no tiene límites, pero también cómo la crisis económica sigue sacando a relucir los problemas estructurales del país. Porque, aunque esta historia pueda parecer graciosa, en el fondo muestra cómo las soluciones que se proponen no benefician a todos y, muchas veces, solo empeoran las cosas.
Mientras tanto, los caramelos como vuelto son una metáfora perfecta de la economía cubana: dulce en apariencia, pero difícil de digerir para la mayoría. Y es que, al final del día, los cubanos seguimos enfrentando una realidad que cada vez se vuelve más surrealista, pero no por eso dejamos de reírnos. Porque, como decimos en buen cubano, “la candela hay que bailar con ella, aunque queme”.
Así que, si te pasas por uno de estos supermercados en dólares, no te sorprendas si te devuelven el cambio en caramelos. Solo asegúrate de que sean de los buenos, porque, con esta economía, hasta los caramelos tienen valor.
