La Torre K está a punto de abrir sus puertas en La Habana, y como era de esperarse, no ha pasado desapercibida. Este imponente rascacielos, que se convertirá en el edificio más alto de Cuba con 154 metros de altura, está generando una división de opiniones en las redes sociales. Algunos lo ven como un símbolo de progreso, mientras que otros cuestionan su pertinencia en medio de la crisis económica del país. ¡Sí, otra vez la eterna pregunta de dónde está el dinero!
La Torre K: Un gigante en el Vedado
Ubicada en el Vedado, el barrio que ya alberga a los edificios más altos de Cuba, la Torre K se levanta como un coloso arquitectónico. Este hotel de lujo ha superado a icónicos inmuebles como el Memorial José Martí (142 metros), el Hotel Habana Libre (122 metros) y el Edificio Focsa (121 metros). Pero, ¿realmente es este el tipo de construcción que necesita el país en este momento?
¿Otra inversión innecesaria?
Desde 2018, este proyecto ha requerido una inversión totalmente cubana, algo que muchos critican. Residentes locales argumentan que los recursos utilizados en la construcción de este lujoso hotel podrían haber sido redirigidos hacia necesidades más urgentes: restauración de edificios coloniales, desarrollo de proyectos de vivienda o ayuda a comunidades vulnerables. En un contexto donde la escasez y los altos precios golpean a diario a la población, invertir en turismo parece, para muchos, una prioridad equivocada.
Turismo en declive
La polémica también se alimenta de las cifras actuales del turismo en Cuba. En 2024, el país recibió 2,2 millones de visitantes, un millón menos de lo proyectado y muy lejos de los niveles prepandemia. La disminución se atribuye a diversos factores: desastres naturales, crisis energética, inflación y los apagones que afectaron tanto a locales como a turistas.
Críticas desde todos los frentes
La inauguración de la Torre K también ha sido objeto de críticas desde el oficialismo. Muchos consideran que este modelo de desarrollo está desconectado de las necesidades reales del pueblo cubano. Incluso hay quienes cuestionan si esta apuesta por el turismo de lujo realmente revitalizará el sector o será otro proyecto fallido.
¿Progreso o despilfarro?
Mientras las autoridades defienden la Torre K como una inversión estratégica, el debate sigue abierto. Al final, la gran pregunta que queda en el aire es: ¿puede un edificio tan alto tapar los problemas tan profundos de Cuba? El tiempo dirá si la Torre K se convierte en un emblema de progreso o en un recordatorio de prioridades mal enfocadas.