La Torre K-23, el hotel más alto de Cuba, se prepara para recibir a sus primeros huéspedes en las próximas semanas. Con más de 40 plantas y más de 500 habitaciones de lujo, este imponente proyecto promete marcar un antes y un después en el turismo de la isla. Sin embargo, no todo es glamour: la polémica y las críticas no han tardado en rodear esta construcción.
Precios de las habitaciones: ¿lujo accesible o extravagancia?
De acuerdo con las agencias de viaje, los precios para alojarse en la Torre K-23 varían según el tipo de habitación y los servicios incluidos. Por ejemplo, una noche en una habitación doble con desayuno cuesta 147 euros, mientras que una suite con pensión completa puede alcanzar los 325 euros por noche, según la plataforma Online Tours.
Por su parte, Havanatur, otra reconocida agencia de viajes, promocionó la apertura con un video en redes sociales, aunque la fecha oficial, prevista para el 15 de enero de 2025, aún no ha sido confirmada oficialmente.
Un ícono del turismo de lujo, pero no para todos
El hotel ha sido diseñado como una muestra del turismo más exclusivo en la isla, con opciones de alojamiento que incluyen suites para ejecutivos, habitaciones panorámicas y espacios de alto confort. Sin embargo, este proyecto de lujo ha despertado una ola de críticas en redes sociales, donde muchos lo ven como un símbolo de la desigualdad y las prioridades mal enfocadas del país.
Críticas sociales: ¿un “mirador de la miseria”?
A pesar de su imponente diseño y vistas exclusivas, la Torre K-23 ha sido rebautizada en redes sociales como “El mirador de la miseria”, un apodo que refleja el descontento popular. Usuarios en redes han señalado que los recursos invertidos en su construcción, estimados entre 226 y 565 millones de dólares, podrían haberse destinado a solucionar problemas urgentes como los apagones, la reparación de hospitales o la construcción de viviendas.
Una usuaria comentó: “La Habana necesita la reparación de sus calles y edificios, no un hotel vacío que al pueblo no le resuelve nada”, mientras otro señaló: “Con lo que costó esa torre se podrían haber comprado termoeléctricas para mitigar los apagones”.
Un contraste que resalta la desigualdad
El lujo del K-23 contrasta fuertemente con las carencias cotidianas de la mayoría de los cubanos, quienes lidian con apagones, escasez y deterioro en los servicios básicos. La inauguración del hotel, financiado por el conglomerado militar GAESA, pone en evidencia las prioridades de un modelo económico que parece apostar por el turismo de lujo mientras el resto del país enfrenta una crisis profunda.