A finales de 2024, la Empresa Pesquera Industrial de Santa Cruz del Sur (Episur), ubicada en Camagüey, sacó pecho al anunciar que, por tercer año consecutivo, cumplió su plan de captura de langosta. ¡Un logro impresionante! Claro, si ignoramos que es “la única especie cuyo plan lograron cumplir durante el año”. Pequeños detalles.
Sacrificio y dedicación: el precio del éxito… para otros
En un comunicado lleno de orgullo patrio, Episur destacó la entrega de sus trabajadores. “Nada los detuvo: ni los problemas con el agua y la energía, ni los caprichos de la naturaleza, ni las limitaciones de recursos”, proclamaron. Pero, claro, lo que realmente lograron fue llenar los platos de consumidores en el extranjero, porque en Cuba ni el olor de la langosta llega a las mesas.
La Reina del Caribe: exportando riquezas, importando frustraciones
La langosta, conocida como la “Reina del Caribe”, es la joya de la corona para Episur y el régimen cubano. Con un entusiasmo casi teatral, anunciaron ser “la única empresa en Cuba que cumple con este objetivo”. Sin embargo, ese éxito se traduce en divisas para unos pocos, mientras el pueblo sigue mirando el mar sin esperanza de probar su riqueza.
El futuro: más langostas para otros, más escasez para nosotros
Con el 2025 en el horizonte, Episur lanzó un mensaje optimista: “Seguiremos trabajando en equipo, poniendo cada recurso donde se necesita, buscando alternativas para avanzar; siempre a bordo y mirando hacia el futuro”. Pero, a bordo de este barco, parece que los cubanos seguimos como simples espectadores, sin boleto para el banquete.
Langosta para exportar, pero no para comer
Por supuesto, este éxito no ha estado exento de críticas. Mientras las langostas vuelan hacia mercados internacionales, en Cuba seguimos sin probar bocado. En otras regiones como Pinar del Río y Granma, la historia es la misma: exportar primero, preguntar después. Y si alguien se queja, siempre queda la excusa favorita: “Si nos damos el gusto de comer langosta y camarones, faltará la leche de los niños”. Porque, al parecer, la dieta básica cubana es una constante lucha entre el camarón y la leche.
El eterno desafío: rodeados de mar, pero sin pescado
Mientras tanto, el pueblo cubano sigue viendo como la industria pesquera acumula desafíos. En 2023, la empresa Pescaisla en la Isla de la Juventud no logró cumplir su plan de captura de langosta, culpando al cambio climático y a la migración de especies hacia aguas más profundas. Pero tranquilos, las metas de exportación de otros seguirán en pie, aunque en los mercados locales no haya ni sardinas en lata.
Cuba, una isla rodeada de mar, parece incapaz de satisfacer siquiera la demanda interna de productos pesqueros. Mientras los turistas y los mercados internacionales disfrutan de nuestras langostas, el cubano de a pie se queda con las ganas (y las colas). ¿Será que algún día el régimen decidirá que el pueblo también merece un festín? Mientras tanto, seguimos siendo la isla de la abundancia… pero solo en las historias oficiales.