El 2024 será recordado como un año de devastación en Cuba, marcado por huracanes y terremotos que dejaron a su paso daños incalculables. A una economía ya sumida en la recesión se sumaron los embates de la naturaleza, agravando la situación de miles de familias y dejando una infraestructura seriamente afectada.
Golpes consecutivos de huracanes
En octubre, el huracán Oscar azotó con fuerza el Oriente cubano. Con vientos de 140 km/h, causó estragos en la provincia de Guantánamo, dejando unas 12.180 viviendas dañadas y 10.000 de ellas aún sin solución. Las intensas lluvias inundaron comunidades enteras y ocasionaron la muerte de ocho personas. Lo más preocupante fue el nivel de desinformación de los residentes, quienes enfrentaron la furia del ciclón sin suficiente aviso previo.
Dos semanas después, el huracán Rafael golpeó el occidente del país. Este fenómeno de categoría 3 arrasó con la red eléctrica, la agricultura y el fondo habitacional de provincias como Artemisa, Mayabeque y La Habana. Miles de viviendas quedaron afectadas y el Sistema Eléctrico Nacional sufrió otro colapso, dejando al país nuevamente en la oscuridad.
Una tierra que tiembla
El Oriente cubano vivió su mayor actividad sísmica en tres décadas. En noviembre, dos terremotos consecutivos con magnitudes de 6.7 y 6.0 sacudieron la región. Ambos tuvieron epicentros en el mar Caribe y se sintieron en varias provincias, incluyendo Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo. Estos movimientos telúricos generaron más de 8.400 réplicas, causando temor e incertidumbre entre los residentes.
En diciembre, otro sismo de 6.1 grados volvió a estremecer Santiago de Cuba, afectando aún más una zona ya castigada.
Más huracanes, más problemas
Aunque no tan destructivos como Oscar y Rafael, otros huracanes como Beryl, Helene y Milton también dejaron su huella en la isla. Inundaciones, daños a la agricultura y fallos en el servicio eléctrico fueron constantes en cada embate. Provincias como Pinar del Río, Artemisa y la Isla de la Juventud sufrieron pérdidas significativas en viviendas y cultivos.
Una recuperación que parece lejana
Con una economía en recesión y recursos limitados, la reconstrucción de las viviendas e infraestructuras dañadas podría tardar años. Muchos cubanos han perdido las esperanzas de una recuperación real, enfrentando cada día con resiliencia pero también con un creciente agotamiento.
“El panorama es desolador”, comentan algunos afectados, mientras intentan reconstruir sus vidas en un país donde los desastres naturales y la crisis económica se han convertido en una combinación devastadora.
