El 2024 será recordado como uno de los años más duros para los cubanos. Apagones prolongados, colapsos de la red eléctrica y una constante escasez de combustible marcaron el día a día de la isla, generando frustración y dificultades para la población.
Una crisis energética que no da tregua
El año comenzó y terminó con el mismo panorama: apagones generalizados y largas filas en las gasolineras. Según datos oficiales, 2024 se destacó como uno de los peores años en el ámbito energético, con tres colapsos totales del sistema eléctrico nacional. La generación eléctrica, ya debilitada, no pudo satisfacer la demanda.
El combustible, una pieza clave en esta ecuación, también escaseó. El déficit de suministro obligó a los tanqueros que llegan a Cuba a esperar pagos antes de descargar el crudo. Jorge Figueredo, un residente de La Habana, resumió la frustración: “Antes había colas, pero eran aceptables. Ahora las filas son interminables y no se mueve nada.”
Protestas y cacerolazos: el grito del pueblo
Las noches oscuras de 2024 trajeron no solo incomodidad, sino también resistencia. En varios puntos de la isla, los residentes protestaron golpeando cacerolas en señal de descontento. “Que nos pongan la luz, que no tenemos comida y la poca que tenemos se nos está pudriendo,” reclamó una mujer durante una protesta en La Habana.
¿Bloqueo o modelo ineficaz?
El primer ministro, Manuel Marrero Cruz, atribuyó las dificultades al “endurecimiento sin precedentes del bloqueo estadounidense.” Sin embargo, expertos como Jorge Piñón, académico de la Universidad de Texas, apuntan a problemas internos: “La improductividad del modelo económico cubano es la verdadera raíz de la crisis.”
Piñón destacó que menos del 50% de los grupos electrógenos estaban operativos debido a falta de mantenimiento y combustible. Incluso las patanas turcas, vistas como una solución temporal, quedaron inactivas por la misma razón: no hay combustible suficiente.
Patanas turcas: una promesa incumplida
El acuerdo con la empresa turca Karadeniz, que pretendía mitigar la crisis, no cumplió las expectativas. Para finales de 2024, de las ocho patanas con las que contó Cuba, solo dos seguían en operación, y la falta de divisas impedía mantenerlas.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, defendió en su momento la estrategia, comparándola con una inversión en termoeléctricas. Sin embargo, los resultados quedaron lejos de lo esperado.
Infraestructura en ruinas y promesas sin cumplir
La crisis energética cubana es un problema estructural que viene de años de falta de inversión y mantenimiento. Los planes para construir nuevas termoeléctricas con apoyo ruso, anunciados hace casi una década, siguen en el limbo. Miguel Díaz-Canel habló de acuerdos y negociaciones, pero los avances han sido prácticamente inexistentes.
A esto se suma el deterioro causado por eventos naturales, como el huracán Rafael en noviembre de 2024, que dejó sin electricidad a millones de cubanos.
El futuro: más de lo mismo
Para el 2025, los expertos no anticipan mejoras significativas. Los apagones, la escasez de gas licuado y las interminables colas por combustible parecen ser una realidad que continuará acompañando a los cubanos.
Mientras tanto, la paciencia de la población se agota, y las demandas por una gestión eficiente y soluciones concretas son cada vez más fuertes. El pueblo, cansado, sigue esperando una luz al final del túnel, literal y figurativamente.