En los últimos días del año, la reconocida actriz cubana Eslinda Núñez celebra un motivo muy especial: sus 81 años de vida. Nacida en Santa Clara y criada en Sagua la Grande entre 1950 y 1954, Eslinda descubrió desde temprana edad su pasión por el arte. Aunque su interés inicial se inclinó hacia la poesía y la pintura, fue en las artes escénicas donde encontró su verdadero destino.
Una vida compartida con el cineasta Manuel Herrera
El amor también llegó temprano a su vida. Con apenas 14 años, Eslinda conoció a Manuel Herrera, el cineasta que se convertiría en su compañero de vida. Poco después de casarse, la pareja se mudó a La Habana, impulsados por el trabajo de Herrera como asistente de dirección en el ICAIC. Fue en la capital donde Eslinda comenzó a construir una carrera artística que dejaría una huella imborrable en la cultura cubana.
Formación académica y primeros pasos en el teatro
Aunque inicialmente se matriculó en la carrera de Literatura Hispánica en la Universidad de La Habana, Eslinda siguió el consejo de figuras como Humberto Solás, Saúl Yelín y Nelson Rodríguez, y decidió explorar su talento actoral. Así, ingresó en la academia dramática del Teatro Estudio, donde tuvo como mentores a grandes de la escena cubana como Vicente y Raquel Revuelta. Fue precisamente junto a esta última que coprotagonizó la icónica película Lucía en 1968, un hito del cine cubano.
Su formación no se limitó al Teatro Estudio. Continuó perfeccionándose en Casa de las Américas con el profesor Julio Matas, debutando en las tablas con la obra Our Town, de Thornton Wilder.
Del teatro musical al cine
En 1962, Eslinda amplió sus horizontes artísticos al unirse al elenco del Teatro Musical de La Habana como actriz, cantante y bailarina bajo la dirección del afamado mexicano Alfonso Arau. Ese mismo año, dio su primer gran paso en el cine con El otro Cristóbal, una producción cubano-francesa dirigida por Armand Gatti.
A partir de ahí, su carrera se desarrolló en paralelo entre el teatro y el cine. Eslinda brilló en escenarios con obras como Los días de la guerra, Santa Camila de La Habana Vieja y La casa de Bernarda Alba. En el séptimo arte, dejó una marca imborrable con filmes como La primera carga al machete y Memorias del subdesarrollo, además de su inolvidable interpretación en Lucía.
Lucía: un papel inmortal
El personaje de Lucía, esa mujer frágil pero tenaz, sensible y llena de contradicciones, quedó grabado en la memoria colectiva del pueblo cubano. Lucía no solo es un retrato de la lucha femenina, sino también un símbolo del arte nacional. Para Eslinda, este papel fue mucho más que una actuación; fue la consolidación de un legado que ha trascendido generaciones.
Más allá de las luces
Aunque su talento y trayectoria son innegables, lo que realmente distingue a Eslinda Núñez es su esencia como ser humano. Su dulzura, sencillez y arraigo la convierten en un símbolo de la cultura cubana, no solo como artista, sino como una figura cercana y auténtica.
En un mundo de luces y sombras, Eslinda ha sabido brillar con una luz propia. Hoy, a sus 78 años, sigue siendo un referente de inspiración y arte, recordándonos que, como ella misma lo ha demostrado, las verdaderas estrellas nunca dejan de brillar.
Eslinda Núñez no es solo una actriz; es un ícono, un patrimonio vivo de la cultura cubana, y su historia continúa siendo motivo de orgullo y celebración.
