En las últimas horas, las redes sociales han explotado con la imagen de un joven que duerme en las calles de Altahabana, Boyeros, aparentemente bajo los efectos de “el químico”, una droga que está causando estragos entre los jóvenes en Cuba. El caso de Daniel, identificado como un antiguo bicitaxista, ha generado alarma y ha encendido un debate sobre las adicciones y la falta de apoyo estatal para quienes las padecen.
¿Quién es Daniel y cómo llegó hasta aquí?
El joven, señalado como Daniel en publicaciones en Facebook, fue identificado por internautas que describieron cómo la droga ha destrozado su vida. Antes de caer en este estado, Daniel era un trabajador más de su comunidad, dándole pedales a un bicitaxi. Ahora, duerme en las calles, abandonado a su suerte.
Según la usuaria Pilar Cutiño, quien dio la voz de alarma, Daniel lleva días durmiendo frente a su edificio en Los Gallos. “Consume ‘químico’. Ojalá alguien pueda ayudarlo”, escribió, reflejando la impotencia de quienes presencian esta tragedia.
El impacto de ‘el químico’: una sociedad atrapada
El caso de Daniel no es aislado. Según los comentarios, muchas familias han intentado ayudar a sus seres queridos atrapados por esta droga, pero las opciones son prácticamente inexistentes. Un internauta destacó que, en Cuba, no existen centros de ingreso obligatorio para tratar las adicciones, lo que deja a estas personas y sus familias en un callejón sin salida.
El centro Mazmorra, una de las pocas instituciones dedicadas al tratamiento de adicciones en La Habana, apenas cuenta con recursos y un número limitado de camas, insuficiente para enfrentar la creciente crisis.
La indiferencia estatal y la falta de recursos
Las críticas no se han limitado al sistema de salud. También apuntan a la falta de acción de las autoridades. En lugar de soluciones efectivas, las medidas adoptadas son multas y arrestos breves, que no abordan el problema de raíz.
Además, los usuarios han señalado la hipocresía en barrios como los habitados por militares, donde, a pesar de la proximidad de las autoridades, los jóvenes no están exentos de caer en estas adicciones. A menudo, se realizan redadas, pero los problemas persisten sin cambios visibles.
Un llamado a la acción
El caso de Daniel es un recordatorio doloroso de la realidad de las drogas en Cuba. No solo afecta a las víctimas directas, sino también a sus familias y a una sociedad que carece de las herramientas para responder.
“Las drogas destruyen familias y vidas enteras, y el gobierno se mantiene al margen mientras la nación cubana cae en decadencia”, denuncian en redes. El mensaje es claro: se necesitan soluciones reales, no parches temporales.
La historia de Daniel es solo una de muchas que reflejan el impacto de las adicciones en Cuba, pero también sirve como una llamada de atención para abordar este problema con la urgencia que merece.