En Cuba, donde los escándalos suelen taparse bajo la alfombra, la verdad está saliendo a flote, y lo que se descubre no es nada bonito. El régimen está enfrentando una nueva ola de denuncias que tiene a varios altos mandos de sus cuerpos represores contra las cuerdas. En Ciego de Ávila, un juicio está revelando las andanzas de tres figuras claves: el Delegado del MININT, Coronel Asdrúbal Sánchez Pupo; el Coronel de la PNR, Suilberto; y el exagente de la Seguridad del Estado, Gerinaldo.
¿De qué los acusan? Desde corrupción y tráfico de motores hasta sobornos y abuso de poder. 🔥 Todo esto ha salido a la luz gracias a la página de Facebook «La Tijera», porque, como era de esperarse, la prensa oficial está mudita.
Una bomba de tiempo en los órganos represores del régimen
El juicio ha llamado la atención no solo por los nombres involucrados, sino porque refleja algo que muchos sospechaban: la descomposición interna del MININT. Estos casos dejan claro que los mismos organismos que han servido para reprimir y controlar a la población están podridos por dentro.
Las redes sociales se han convertido en el principal medio para que estas denuncias lleguen al público. Mientras tanto, el silencio oficial no hace más que echarle gasolina al fuego de la indignación popular.
Más allá de Ciego de Ávila: corrupción en todas partes
Pero la cosa no queda en Ciego de Ávila. En Artemisa, otro escándalo tiene como protagonista a la Teniente Coronel Elsa, jefa de la unidad militar 3747. Según el joven Luis Duniel Beltrán, alias «El Camilito,» esta oficial desviaba combustible militar para su beneficio personal, incluyendo combustible de un avión C-130. 😱
Cuando Beltrán se negó a seguirle el juego, fue encarcelado por órdenes de Elsa. Además de corrupción, la oficial también ha sido señalada por abuso de poder y maltratos hacia soldados e, incluso, hacia su propio hijo.
En paralelo, la Coronel Magnolia Soto Bernal, encargada de Identificación, Inmigración y Extranjería, ha sido acusada de extorsionar a personas con restricciones de salida del país. Según las denuncias, cobra hasta 6,000 euros por devolver pasaportes y permitir emigrar, un negocio turbio que, al parecer, está conectado con altos mandos del régimen.
Corrupción y decadencia: el reflejo de un sistema roto
Estos casos no son simples «manzanas podridas». Son evidencia de una corrupción sistémica que afecta al MININT y las FAR, dos de los pilares del régimen cubano. Los escándalos no solo exponen el abuso de poder, sino también la hipocresía de un sistema que se vende como ejemplo de ética y justicia.
Mientras el régimen intenta proyectar una imagen de control, estas denuncias están dejando claro que su estructura está tambaleándose. Redes sociales y medios independientes se han convertido en los principales canales para desenmascarar estas prácticas.
En un país donde las restricciones y el control son el pan de cada día, estas revelaciones están indignando a una población que, a pesar de todo, nunca ha dejado de exigir transparencia y justicia.