En la mañana del 24 de diciembre de 2024, Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas y exministro de Cultura del régimen castrista, causó controversia al criticar públicamente la presencia de Santa Claus en Cuba. En un tuit publicado desde su cuenta de X, Prieto compartió una foto de un balcón habanero donde se veían secándose varias piezas del característico atuendo rojo de Santa Claus. «Este personaje se ha venido instalando entre nosotros y en todo el planeta mientras se desdibujan símbolos y tradiciones auténticas,» escribió, haciendo referencia al creciente fenómeno de la Navidad globalizada.
La crítica de Prieto parecía centrarse en el «desplazamiento» de lo que él considera símbolos y tradiciones auténticas, algo que, según él, se está perdiendo frente a la figura de Santa Claus, cada vez más presente en Cuba y otras partes del mundo. Pero, ¿realmente es Santa Claus el problema aquí?
Ninoska Pérez Castellón responde con acidez
La reacción a la publicación de Prieto no se hizo esperar. Ninoska Pérez Castellón, periodista cubana exiliada, no tardó en señalar lo que muchos consideran un acto de cinismo por parte del exministro. En un comentario que rápidamente se viralizó, escribió: «Penando por las tradiciones auténticas después que arrasaron con la religión y la Navidad por décadas.»
Pérez Castellón hace referencia a la prohibición de la Navidad en Cuba desde 1969 hasta 1997, durante el régimen de Fidel Castro, cuando se suprimieron las celebraciones religiosas, incluido el festejo de la Nochebuena. Además, Pérez Castellón hizo hincapié en el estado de deterioro que se observa en la foto publicada por Prieto, destacando que lo que realmente «se ha instalado» en el balcón habanero no son botas de Santa Claus, sino «mugre, moho y destrucción». Un contraste duro con las críticas del funcionario castrista.
Críticas anteriores: Abel Prieto y su batalla contra el consumismo navideño
No es la primera vez que Abel Prieto se muestra crítico con los símbolos asociados a la Navidad, ni con su comercialización global. En 2018, en otro tuit, Prieto calificó de «profundamente anticristiana» el uso comercial de la Navidad, que en su opinión se ha convertido en una «orgía consumista», alejada del verdadero mensaje cristiano de sacrificio, amor y desprendimiento material. Para él, la figura de Santa Claus y las celebraciones navideñas se han «desvirtuado» por el capitalismo. En su mensaje, recordó la expulsión de los mercaderes del templo por parte de Jesucristo, criticando la «mercantilización» de una festividad que debería centrarse en valores espirituales.
Una obsesión por el «colonialismo cultural»
La crítica de Prieto no se limita solo a la Navidad. Un año después, en 2019, desde los medios oficiales del Partido Comunista cubano, extendió sus críticas a Halloween y a los personajes de Disney, señalando que muchos comerciantes en Cuba estaban adoptando símbolos de la cultura estadounidense para atraer clientes, lo que él describió como una manifestación de «colonialismo cultural». Según Prieto, la influencia de «lo yanqui» se está imponiendo sobre las tradiciones cubanas, con símbolos como los gorros de Santa Claus o los disfraces de personajes de Disney, lo que en su opinión evidencia una «falta de identidad cultural».
Pero, ¿realmente se trata de un «colonialismo cultural»? Algunos consideran que esta obsesión con el control ideológico y cultural es simplemente un intento por mantener el monopolio sobre lo que se permite y lo que no en la isla, siguiendo la misma línea que en los primeros años del castrismo, cuando miles de jóvenes fueron enviados a las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) por tener largas cabelleras o por escuchar música en inglés, prácticas consideradas «subversivas».
El adoctrinamiento y el control ideológico: ¿un tema recurrente?
Este mes, en los encuentros previos a la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Prieto volvió a hablar sobre la importancia del «adoctrinamiento» en Cuba, asegurando que la educación y la cultura deben ser herramientas para fortalecer la ideología del régimen. Sin embargo, en un momento curioso, el mismo día de su intervención en la Asamblea, se le vio dormido durante la sesión plenaria. Este acto no pasó desapercibido para los cubanos, que lo interpretaron como un claro reflejo de la desconexión del régimen con las verdaderas preocupaciones de la población.