El pasado 19 de diciembre, durante una sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el gobierno cubano anunció que reforzará los controles sobre la entrada de productos a la isla con supuesto carácter comercial. Esta medida apunta directamente a las llamadas “mulas”, quienes desde hace años desempeñan un papel crucial en el acceso de los cubanos a bienes básicos.
¿Quiénes son las mulas y por qué son esenciales?
En el contexto cubano, ‘mulas’ es el término popular para referirse a las personas que, aprovechando sus viajes al extranjero, compran productos escasos en la isla y los llevan como equipaje para venderlos. Estos artículos, que van desde alimentos hasta productos de aseo y medicamentos, se convierten en una tabla de salvación para muchas familias ante el desabastecimiento crónico en el país.
Sin embargo, el primer ministro Manuel Marrero advirtió que esta actividad ha derivado en prácticas especulativas, acusando a algunos de usar las exenciones arancelarias como excusa para introducir mercancías destinadas a la reventa a precios elevados, incluso mediante redes sociales.
“La Aduana está haciendo un trabajo fuerte sobre todo con personas reincidentes, que tienen muchas salidas y traen productos con evidente carácter comercial. En los próximos meses pretendemos reordenar esta actividad”, afirmó Marrero.
El trasfondo de una crisis
La economía cubana atraviesa una de sus peores crisis en décadas, lo que ha convertido al mercado informal en la única vía para acceder a productos esenciales. Ante la escasez en las tiendas estatales, las mulas han cubierto un vacío que el gobierno no puede llenar, ofreciendo productos que de otro modo serían inalcanzables.
No obstante, esta actividad ha sido objeto de constantes restricciones. Desde 2020, el entonces ministro de Economía, Alejandro Gil, reconoció abiertamente que las polémicas tiendas en moneda libremente convertible (MLC) fueron implementadas, entre otras razones, para competir con las mulas.
“Cuando tienes el mercado desabastecido, aparecen economías paralelas que satisfacen esa demanda con cierto nivel de informalidad. Surgen entonces personas naturales que traen productos del extranjero y los comercializan, desviando esa divisa al exterior”, expresó Gil en aquel momento.
Medidas recientes y su impacto
Con el libre visado de Nicaragua para cubanos, muchas mulas comenzaron a usar ese país como un punto clave para adquirir mercancías. Sin embargo, en agosto de 2024, la Aduana General de la República de Cuba implementó una medida que prohibió el transporte de encomiendas para terceros al ingresar al país.
Esta normativa incluyó severas penalizaciones, como el decomiso inmediato de paquetes que no cumplieran con las regulaciones, así como sanciones administrativas y penales. Aunque se presentó como un intento por “ordenar” la actividad, generó incertidumbre entre quienes dependen de este comercio para sobrevivir.
¿Un golpe al emprendimiento o una solución?
Para muchos, estas acciones no son nuevas. Desde hace años, el régimen cubano ha intentado limitar las formas de emprendimiento que emergen en respuesta a la crisis económica. Las mulas, aunque informales, son vistas por la población como un salvavidas, mientras que el gobierno las señala como una amenaza al control estatal de la economía.
¿Qué sigue para las mulas?
Con las nuevas restricciones, el futuro de las mulas parece más incierto que nunca. Estas medidas no solo afectan a quienes llevan los productos, sino también a las familias que dependen de ellos para acceder a bienes básicos.
El mercado informal no es solo una respuesta al desabastecimiento, es un reflejo de una economía que no puede satisfacer las necesidades de su pueblo. Mientras el gobierno se enfoca en limitar esta actividad, la pregunta sigue siendo: ¿qué soluciones reales ofrecerá para garantizar el acceso a productos esenciales?
