En el corazón de las montañas de Georgia, en el pintoresco pueblo turístico de Helen, conocido por su estilo alemán, ocurrió un encuentro que sorprendió a más de uno. Un cubano amante del deporte, José Prieto, llegó junto a su familia a una cafetería con sabor cubano y, al cruzar palabras con quien lo atendía, no tardó en reconocer a una leyenda del deporte: Alexis Rodríguez, uno de los grandes de la lucha libre cubana.
Para quienes siguen la lucha libre, el nombre de Alexis Rodríguez evoca logros inolvidables. Este habanero dejó su huella en los principales escenarios internacionales. Fue campeón mundial juvenil y de mayores, dominó en los Juegos Panamericanos y brilló en las Copas del Mundo. En los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, aunque muchos esperaban verlo coronarse con el oro, alcanzó un respetable bronce, una medalla que celebró con la misma pasión de siempre. En esa cita olímpica, compartió el podio con otro grande: Yoel Romero, quien se llevó la plata.
De las competencias al sueño americano
Después de una exitosa carrera, Alexis decidió dar un giro a su vida. Se quedó en España, donde comenzó su camino como emigrante, y más tarde recaló en Estados Unidos. Ahora, lejos de los reflectores, vive en Helen, Georgia, un lugar tranquilo que le brinda la estabilidad que siempre buscó.
En esta etapa de su vida, Alexis ha encontrado en su trabajo diario una forma de mantenerse activo y conectado con la gente. Aunque ya no compite en los grandes escenarios, sigue dejando huella en quienes lo conocen, esta vez con su carisma y amabilidad en un entorno totalmente diferente.