En la clausura del plenario de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel anunció una serie de medidas para enfrentar la crisis energética del país. Entre sus promesas, destacó la erradicación de los apagones, un cambio hacia energías renovables y la inversión en la extracción de petróleo nacional. Sin embargo, lo que brilló por su ausencia fue un cronograma claro o fechas específicas para materializar estos planes.
Una crisis energética fruto de la mala gestión
El discurso de Díaz-Canel llega en un contexto de creciente tensión debido a la crisis energética que golpea a Cuba. Los apagones y la falta de combustibles evidencian la desorientación y la improvisación del régimen, resultado de una gestión deficiente y la priorización de sectores como el turismo, controlado por GAESA, en lugar de invertir en infraestructura energética.
Promesas de un futuro incierto
Durante su intervención, Díaz-Canel aseguró que las acciones actuales para levantar el sistema electroenergético nacional (SEN) son «promisorias, sólidas y, lo más importante, se realizan a partir de esfuerzos propios». Este énfasis en el «esfuerzo propio» contrasta con la histórica dependencia del régimen de ayudas externas, inversiones opacas y donaciones internacionales.
El líder de la «continuidad» también destacó las inversiones en energías renovables, señalando que la instalación de parques solares permitirá generar electricidad de manera más eficiente y redirigir combustibles fósiles hacia otros sectores productivos. «La inversión en energías renovables es lo más trascendental que estamos haciendo», afirmó, aunque nuevamente sin ofrecer detalles concretos sobre plazos o resultados.
Metas ambiciosas, pero poco creíbles
En el marco de la ANPP, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, anunció que se espera generar casi 600 MW adicionales a través de proyectos solares que deberían estar listos para mediados de 2025. Sin embargo, los ciudadanos, cansados de promesas incumplidas, han recibido estas declaraciones con escepticismo.
Díaz-Canel también habló de una transformación energética hacia fuentes renovables, prometiendo que esta transición impulsará la producción de bienes y servicios. Pero mientras los discursos hablan de “energía limpia y confiable”, la realidad de los apagones y las termoeléctricas obsoletas cuenta una historia muy diferente.
Ramiro Valdés: ¿un «hombre fuerte» para un sistema débil?
En un intento por dar credibilidad a sus promesas, el gobierno colocó a Ramiro Valdés al frente del programa de recuperación energética. Sin embargo, su presencia, conocida por su enfoque autoritario, no ha logrado mejorar la situación. Como comentó un cubano en redes sociales: «Las termoeléctricas funcionan con petróleo, no con sangre.»
El escepticismo crece entre los cubanos
Mientras tanto, los apagones continúan marcando el día a día de los cubanos, y las promesas del régimen parecen cada vez más vacías. La falta de resultados tangibles y la ausencia de un cronograma detallado han generado un clima de frustración y desconfianza entre la población.
La narrativa de “sacrificio” utilizada por el régimen contrasta con una realidad en la que recursos escasos como el transporte público y el combustible se destinan a marchas propagandísticas, dejando a la población sin soluciones reales.