Mientras el gobierno cubano organizaba una “marcha del pueblo combatiente”, los cubanos de a pie enfrentan una realidad dura: la escasez permanente de alimentos y un sistema de distribución que parece priorizar a los turistas antes que a la población local. Esta situación ha generado descontento en las redes sociales, donde cada vez más cubanos expresan su frustración.
Huesos para el pueblo: ¿solución o humillación?
Un video publicado en la red social X (anteriormente Twitter) por la usuaria Mayra Domínguez muestra la distribución de huesos desde un camión, con claras deficiencias en los protocolos de higiene. Las imágenes reflejan un panorama desolador: restos cárnicos que, según muchos usuarios, son los sobrantes de lo que primero se destina a hoteles para turistas extranjeros.
En los comentarios, un internauta llamado Larry resumió el sentimiento general: “Aunque parezca mentira, no todo el pueblo puede coger de esos huesos; muchos ancianos llorarían por uno, aunque sea para hacerse un caldo”.
La indignación se hace eco en las redes
Otra usuaria expresó su impotencia al ver estas escenas: “Las personas no llegan a pesar ni 50 kg, no pueden comprar ropa y ahora les tiran huesos como a un perro. Los degradan al punto de sentirse nada, así no tienen fuerza para luchar contra la dictadura”.
Además del impacto emocional, la falta de higiene en el transporte de estos productos es alarmante. Los camiones utilizados no cuentan con refrigeración ni con las condiciones mínimas para garantizar la seguridad alimentaria, lo que supone un riesgo para la salud de los consumidores.
La desconexión entre las prioridades del gobierno y la realidad del pueblo
Mientras los líderes cubanos se enfocan en movilizaciones políticas, la población sigue luchando con una crisis alimentaria que parece no tener fin. La venta de huesos, la falta de soluciones reales y el deterioro de las condiciones de vida hacen que el descontento crezca día tras día.
Aunque algunos asistirán a la marcha, muchos lo harán por presión y no por convicción. En una nación donde la necesidad de alimentos básicos se enfrenta con discursos políticos repetitivos, la verdadera batalla parece ser por la dignidad y la supervivencia.