El gobierno cubano ha admitido lo que muchos consideran una ironía histórica: la isla, que durante décadas lideró la producción de azúcar en América Latina, ahora se ve obligada a importar este producto básico. Este reconocimiento, catalogado como «vergonzoso» por las propias autoridades, refleja la profunda crisis que atraviesa la industria azucarera en el país.
De orgullo nacional a una necesidad importada
Durante una intervención en el pleno de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el primer ministro Manuel Marrero Cruz recordó una frase de Raúl Castro: “Sería una vergüenza tener que importar azúcar”. A esto añadió, con evidente pesar, que esa vergüenza ya es una realidad. Marrero también subrayó que la crisis es tan grave que Cuba ha dejado de exportar azúcar, un producto que alguna vez fue uno de los pilares de la economía nacional.
Los números no mienten: una zafra fallida
La última zafra dejó en evidencia los incumplimientos y retrocesos de la industria azucarera cubana. Con una producción en caída libre, la isla no ha podido satisfacer ni el mercado interno ni las demandas de exportación. Esto representa un golpe severo para un sector que, en su época de gloria, posicionó a Cuba como uno de los principales exportadores de azúcar del mundo.
¿Es posible una recuperación?
El gobierno ha anunciado medidas para un «redimensionamiento interno» del sector, que incluyen la modernización de maquinaria, mejores condiciones laborales y ajustes en la estructura productiva. No obstante, los resultados de estas iniciativas han sido hasta ahora insuficientes para revertir la crisis.
Un impacto directo en los bolsillos
En el mercado interno, la escasez de azúcar ha disparado los precios. Actualmente, una libra de azúcar puede costar hasta 600 pesos cubanos, un precio exorbitante en un país donde los salarios mensuales no alcanzan para cubrir las necesidades básicas. Esto ha generado un descontento generalizado entre la población, que ve cómo una parte fundamental de su dieta diaria se convierte en un lujo.
En su época dorada, la industria azucarera cubana no solo fue un motor económico, sino también un símbolo de identidad nacional. Hoy, con apenas 15 centrales azucareros operativos, el sector enfrenta un futuro incierto. Mientras tanto, el pueblo cubano sigue cargando con las consecuencias de una crisis que parece no tener fin.