El pasado 20 de diciembre, el General de Ejército Raúl Castro encabezó la «Marcha del Pueblo Combatiente», un evento organizado por el gobierno cubano en plena crisis económica. La manifestación tuvo lugar en la Tribuna Antiimperialista y la Rampa (calle 23) en La Habana, contando también con la presencia del mandatario Miguel Díaz-Canel.
Una convocatoria cargada de simbolismo político
La marcha, que dio inicio a las 4:00 p.m., fue presentada como un acto para «rechazar el bloqueo económico de Estados Unidos y la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo». Sin embargo, analistas señalan que este evento tiene un trasfondo estratégico: presionar al gobierno de Joe Biden en el cierre de su mandato y advertir al pueblo cubano ante el creciente descontento social.
Una movilización cuestionada
A pesar de las justificaciones oficiales, el evento se llevó a cabo en medio de una grave crisis socioeconómica que afecta a la mayoría de los cubanos. La falta de alimentos, los apagones constantes y la precariedad de los servicios básicos forman parte del día a día en la isla.
Para garantizar la participación, el gobierno movilizó una flotilla de guaguas y camiones del Ejército, lo que generó indignación en redes sociales. Muchos ciudadanos criticaron que, mientras las necesidades básicas permanecen desatendidas, se destinen recursos a un acto con fines propagandísticos.
Críticas desde las redes sociales
La convocatoria desató una ola de comentarios negativos en redes sociales, donde los cubanos expresaron su frustración por lo que consideran una desconexión total entre las prioridades del pueblo y las acciones del régimen.
“En vez de buscar soluciones reales a la crisis, organizan marchas que no llenan la mesa de nadie”, comentaba un usuario. Muchos cuestionaron el gasto en transporte y logística para la marcha, mientras sectores esenciales como la salud, la educación y el transporte público enfrentan carencias extremas.
Un mensaje claro: propaganda sobre prioridades
El evento del 20 de diciembre dejó en evidencia una vez más el contraste entre las prioridades del gobierno cubano y las necesidades apremiantes de su pueblo. Mientras se invierten esfuerzos en actos políticos de gran escala, la mayoría de los cubanos continúa lidiando con una realidad marcada por la escasez y las dificultades.
¿Qué opinas? ¿Crees que estas marchas tienen algún impacto real o son solo una maniobra para desviar la atención de la crisis? Déjanos tus comentarios y comparte este artículo con quienes siguen de cerca la situación en Cuba.