El pasado 6 de diciembre, un alarmante episodio de violencia en la feria «La Candonga» de La Cuevita, en el municipio San Miguel del Padrón, dejó al descubierto acusaciones de corrupción, abuso de poder y encubrimiento en las instituciones del Estado cubano. Según los testimonios de las víctimas, un inspector estatal atacó sin motivo aparente a dos jóvenes músicos, apuñalándolos en plena feria.
Un ataque inesperado que escaló en injusticia
Maykel D Artista, uno de los heridos, rompió el silencio en redes sociales para desmentir rumores sobre su fallecimiento y revelar las irregularidades que han marcado este caso. “Estamos bien, sin peligro para la vida, pero no del todo recuperados”, escribió en Facebook. En su publicación, detalló cómo el agresor los atacó con un arma blanca y luego los acusó injustamente de «atentado».
El relato de Maykel es estremecedor. Todo comenzó mientras él y su compañero trabajaban en la feria, buscando ganarse la vida. De manera repentina, el inspector, conocido en la zona, los atacó con un arma blanca. Lo que ocurrió después es aún más impactante: en lugar de recibir atención médica y justicia, los jóvenes fueron arrestados con las heridas aún abiertas, mientras que el agresor fue liberado inmediatamente.
Un sistema que protege al agresor
A pesar de las pruebas evidentes, el inspector no solo quedó en libertad, sino que logró que las víctimas fueran formalmente acusadas de atentar contra él. “Todo el procedimiento estuvo mal. Es triste que, por no ser hijos de alguien influyente, nos traten como delincuentes”, lamentó Maykel.
El joven también denunció que la estación policial conocida como “La ONCENA” encubrió al agresor desde el inicio, ignorando pruebas y priorizando la protección del inspector debido a su posición dentro del aparato estatal. “Encubrieron todo el tiempo al agresor, mientras a nosotros nos trataron como perros”, expresó con indignación.
El impacto en las familias de las víctimas
El ataque y el proceso judicial han tenido un costo emocional y económico devastador para las familias de los jóvenes. “Mis padres y mi mujer están sufriendo porque nos encarcelaron injustamente. No somos delincuentes, somos músicos, gente que trabaja para llevar un plato de comida a la casa”, declaró Maykel, reflejando la desesperación de quienes enfrentan un sistema que parece estar diseñado para silenciar a los más vulnerables.
Un llamado a la justicia y la transparencia
En su publicación, Maykel pidió apoyo para visibilizar el caso y exigir justicia. “Quiero que se sepa la verdad y que todos conozcan cómo funciona la corrupción en este país. No tenemos nada que ver con lo que nos acusan, pero aquí no importa la verdad, importa quién tiene más poder”, afirmó con valentía.
El testimonio del joven ha generado una ola de indignación en redes sociales, donde miles de usuarios exigen una investigación transparente y justa. Activistas y organizaciones independientes han señalado este caso como un ejemplo de las fallas estructurales en el sistema judicial y policial cubano, que tiende a proteger a funcionarios estatales, incluso en situaciones tan graves como esta.
Silencio oficial y un clamor que crece
Hasta ahora, ni la Policía Nacional Revolucionaria ni otras instituciones estatales han ofrecido declaraciones oficiales sobre el incidente. Mientras tanto, el inspector acusado de la agresión sigue en libertad.
Maykel concluyó su mensaje dejando el caso «en las manos de Dios y de todos los que saben que nosotros no tenemos nada que ver». Su pedido es claro: que los ciudadanos compartan su historia para presionar a las autoridades y garantizar que casos como este no queden impunes.
La pregunta que muchos se hacen ahora es: ¿habrá justicia para Maykel y su compañero, o este será otro caso enterrado por la corrupción y el abuso de poder?