En Cuba, un simple alimento básico como la leche en polvo se ha convertido en un lujo que muchas familias no pueden permitirse. Con la inflación disparada y los salarios estancados, la situación ha llegado a un punto crítico, afectando principalmente a los más vulnerables: los niños.
Hoy, el precio de un kilogramo de leche en polvo está casi a la par del salario mínimo mensual, que es oficialmente de 2,100 pesos cubanos (CUP). En lugares como El Cerro, la leche alcanza los 2,000 CUP por kilogramo, según denuncias en redes sociales. Para muchas familias, este costo es simplemente imposible de cubrir.
Las publicaciones en Facebook están llenas de ofertas que suenan a burla para quienes más lo necesitan. «Leche amarilla, no es saborizada ni vitaminada», dice uno de los anuncios. Sin embargo, la realidad es mucho más amarga que estas palabras.
Casos como el de Danielly Aróstica, doctora de Sancti Spíritus, reflejan el verdadero impacto de esta crisis. Ella compartió en redes sociales la desesperación que vive intentando comprar leche en polvo para su hija, quien padece varias enfermedades graves. «Una lata cuesta el equivalente a dos meses de mi salario. Vivimos en un país donde no valemos nada», declaró con indignación. Su testimonio resuena con miles de familias que enfrentan problemas similares.
El acceso a la leche no es un problema nuevo, pero las dificultades actuales lo han llevado a niveles alarmantes. En Santiago de Cuba, la empresa Lácteos Santiago de Cuba admitió que no tiene suficientes inventarios para cubrir las necesidades de los niños entre 2 y 6 años. La situación no es mejor en provincias como Matanzas o Ciego de Ávila, donde las familias han sufrido largos períodos de escasez debido a problemas en el suministro y apagones que han complicado la distribución.
El gobierno ha intentado ofrecer soluciones, pero estas han resultado insuficientes. En algunos casos, se ha sustituido la leche en polvo por leche líquida de dudosa calidad, mientras que los pocos lotes disponibles se distribuyen únicamente a los niños más pequeños. Esto deja a los niños mayores y a aquellos con necesidades especiales en una posición aún más precaria.
La crisis de la leche en Cuba no es solo un problema económico, es un reflejo de un sistema que no logra garantizar lo más básico para sus ciudadanos. Y mientras el costo de un kilo de leche sigue subiendo, muchas familias se preguntan: ¿qué sacrificamos ahora para alimentar a nuestros hijos?