La bancarización en Cuba, un proyecto impulsado por el gobierno para digitalizar la economía y limitar el uso del efectivo, está lejos de generar confianza entre la población. La reciente denuncia del cubano Daniel Oliva Perdueles en su cuenta de Facebook refleja los desafíos cotidianos que enfrentan los ciudadanos para acceder a su propio dinero y cumplir con sus necesidades básicas.
Una frustración personal que resuena entre muchos
En su publicación, Daniel relata cómo necesitaba retirar 5,000 pesos para pagar la reparación de su automóvil. Sin embargo, se encontró con cajeros automáticos inoperativos, una escena recurrente en Cuba. Obligado a dirigirse al banco, tuvo que hacer una larga cola solo para recibir 2,000 pesos, una fracción del monto necesario.
El problema no terminó ahí. El dinero le fue entregado en billetes de 20 pesos, un hecho que añade otra capa de complicaciones. Muchos comercios, especialmente las MIPYMES (micro, pequeñas y medianas empresas), no aceptan pagos con billetes de baja denominación, lo que dificulta aún más el uso del efectivo recibido.
«El la televisión nos orientaron que no permitiéramos esto y qué hacemos, lo amenazamos con un cuchillo, le echo al perro, simplemente o pagas como quieren ellos o te vas sin recibir el servicio», aseguró.
«Es mi dinero, pero no dispongo de el, por eso es que lo mejor es que lo tenga en la casa y ahí si podre disponer de el, cuando me de la gana», escribió Daniel, dejando claro el nivel de frustración que enfrenta al no poder acceder libremente a sus ahorros. Como muchos otros, señaló que la única opción viable es guardar el dinero en casa, lejos del sistema bancario.
«Está es una de las razones, de por que todo el dinero de Cuba está guardado en las casas, la población no confía en los Bancos. Quien le pone el CASCABEL al Gato», concluye en su denuncia.
Una crisis de efectivo que afecta a todo el país
El caso de Daniel no es único. En los últimos meses, las redes sociales han documentado múltiples denuncias similares. En provincias como Santiago de Cuba, Las Tunas y Holguín, los ciudadanos reportan que los cajeros automáticos se quedan sin dinero a primeras horas del día, mientras las sucursales bancarias limitan las extracciones a montos irrisorios.
En Jovellanos, Matanzas, los bancos solo entregan 2,000 pesos por semana, y las jornadas para retirar efectivo están restringidas a dos días: martes y jueves. Estas limitaciones obligan a los trabajadores a faltar a sus empleos para hacer colas, solo para recibir billetes de baja denominación, como los de 5, 10 o 20 pesos, lo que agrava aún más la situación.
La bancarización como política fallida
Aunque el gobierno cubano promueve la bancarización como un paso hacia la modernización económica, en la práctica ha generado más problemas que beneficios para los ciudadanos. La falta de infraestructura tecnológica, combinada con la escasez de efectivo, limita la eficacia de herramientas digitales como el Pago en Línea, que muchas veces no está disponible en los comercios más frecuentados por la población.
Daniel señala en su publicación cómo las MIPYMES han contribuido indirectamente a la problemática al no aceptar billetes menores de 50 pesos. Esta preferencia, sumada a la limitada capacidad del sistema digital, deja a muchos ciudadanos atrapados entre un sistema bancario ineficiente y un sector privado que dificulta aún más el acceso a bienes y servicios.
La realidad detrás de las colas
La imagen de cubanos haciendo largas filas en bancos y cajeros automáticos desde la madrugada se ha convertido en una constante. La crisis de efectivo no solo afecta a individuos, sino también a sectores esenciales como la salud. Trabajadores del Hospital Provincial de Santiago de Cuba denunciaron recientemente que sus salarios de noviembre no habían sido pagados al 12 de diciembre. «Trabajamos viendo morir pacientes por falta de medicamentos, y ahora se retrasa nuestro salario,» declaró una doctora al CiberCuba, exponiendo el impacto de esta crisis en quienes sostienen servicios vitales para la población.
«¿Quién le pone el cascabel al gato?»
La pregunta que Daniel dejó al final de su denuncia resuena entre los cubanos: ¿quién se encargará de solucionar este problema? La desconfianza hacia el sistema bancario ha llevado a muchos a retirar sus ahorros y mantenerlos en casa, aumentando el riesgo de robos y pérdidas, pero ofreciendo una seguridad que los bancos no garantizan.
Por su parte, el gobierno ha insistido en que la bancarización es la vía para «avanzar» hacia una economía más eficiente, pero las experiencias cotidianas de los ciudadanos muestran lo contrario. Sin acceso garantizado al efectivo, sin un sistema digital robusto y con reglas bancarias que complican el día a día, la población cubana ve en la bancarización no un beneficio, sino una fuente más de estrés.
Por ahora, los hogares se han convertido en las únicas «cajas fuertes» en las que la población puede confiar. ¿Será posible revertir esta situación? La respuesta, como tantas otras en Cuba, parece estar envuelta en un futuro incierto.
