El Congreso de Estados Unidos reabrió el debate sobre el embargo a Cuba, un tema que por décadas ha dividido a demócratas y republicanos. Mientras algunos consideran que la medida afecta la imagen de Washington, otros insisten en que duplicar las sanciones podría ser la solución para presionar al régimen cubano.
Durante la audiencia del subcomité de Salud Global, Derechos Humanos y Organizaciones Internacionales, el congresista republicano Christopher Smith no dudó en calificar al gobierno cubano como “uno de los regímenes más represivos y brutales del mundo”. Además, destacó que los vínculos de Cuba con China representan una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, según reportó la agencia AFP. Smith fue más allá, proponiendo “duplicar las sanciones” como un mecanismo para intensificar la presión.
Apoyando esta postura, la excongresista cubanoestadounidense Ileana Ros-Lehtinen afirmó que mantener el embargo es “lo correcto”, argumentando que el gobierno cubano desvía recursos destinados a la población para otros fines. Su opinión fue respaldada por María C. Werlau, directora del Archivo Cuba, quien aseguró que “los regímenes totalitarios no responden al diálogo”. Werlau sugirió que, al igual que sucedió con el apartheid en Sudáfrica, el embargo debe intensificarse con un respaldo internacional que aísle aún más al régimen.
Por otro lado, las voces en contra del embargo no se hicieron esperar. La demócrata Susan Wild criticó la efectividad de esta política, señalando que el aislamiento no ha mejorado las condiciones del pueblo cubano. Según Wild, la estrategia actual “solo sirve para distanciar más a Cuba de la promesa de una sociedad libre”, abogando por explorar enfoques alternativos.
En una perspectiva similar, Juan Pappier, representante de Human Rights Watch, calificó el embargo como contraproducente. Pappier argumentó que esta política ha sido usada por el gobierno cubano como una excusa para justificar sus fracasos económicos y abusos. Además, aseguró que ha permitido al régimen ganar simpatías internacionales. Su propuesta se centra en reemplazar el embargo por sanciones específicas contra los responsables de violaciones de derechos humanos, al tiempo que se impulsa un enfoque multilateral.
Este debate surge semanas antes de que Donald Trump asuma la presidencia con una mayoría republicana en ambas cámaras del Congreso. La elección de Marco Rubio como jefe de la diplomacia estadounidense parece indicar un endurecimiento de las sanciones hacia Cuba. En contraste, la administración saliente de Joe Biden ha dejado claro que no habrá cambios en la política hacia Cuba antes del final de su mandato el próximo 20 de enero. Según el secretario de Estado, Antony Blinken, la designación de Cuba como país patrocinador del terrorismo y las sanciones asociadas se mantendrán sin modificaciones.
El embargo, vigente desde 1962, ha sido una de las políticas más controvertidas de la relación entre ambos países. Aunque en 2015, bajo la administración de Barack Obama, se lograron avances históricos, como el retiro de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, estos pasos fueron revertidos en 2021 durante la presidencia de Trump. Desde entonces, las sanciones se han endurecido, un enfoque que la administración Biden ha optado por mantener.