En un inusual ejercicio de autocrítica, los principales dirigentes del Partido Comunista de Cuba reconocieron durante la primera jornada del IX Pleno de su Comité Central que el programa de «Soberanía Alimentaria» no ha cumplido con las expectativas. «Los resultados que logramos hoy no satisfacen las necesidades de la población», declaró Miguel Díaz-Canel, aunque evitó señalar el rol central que juega el modelo socialista en la persistente crisis alimentaria de la Isla.
Un sistema agrícola en perpetua crisis
A pesar de décadas de estrategias agrícolas centralizadas y leyes como la de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN), las deficiencias productivas continúan afectando gravemente a Cuba. Este fracaso resalta las fallas estructurales del sistema agrícola cubano, que ha sido incapaz de satisfacer las necesidades básicas de su población.
Julio Heriberto Gómez Casanova, primer secretario de Ciego de Ávila, admitió que las potencialidades agrícolas del país no están siendo aprovechadas. Por su parte, Alexander Miranda, del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, señaló que el problema radica en la falta de capacitación de los trabajadores del sector. Sin embargo, estas declaraciones apenas rozan la superficie de un problema más profundo: el control estatal excesivo, la falta de incentivos económicos para los productores y la burocracia que asfixia cualquier intento de innovación.
¿Éxito o precariedad? La siembra de primavera de 2024
Durante el Pleno, Díaz-Canel aseguró que la siembra de primavera de 2024 fue «la mejor de la última década» y destacó que se logró «a pulmón, sin combustible, y con agroecología en lo fundamental». Aunque esta afirmación podría interpretarse como un logro, también refleja la precariedad extrema del sistema, que intenta celebrar avances mínimos en un contexto de carencias generalizadas.
La falta de combustible y la dependencia de prácticas rudimentarias en un mundo agrícola cada vez más tecnológico evidencian un modelo que se queda atrás en términos de productividad y eficiencia.
Corrupción y burocracia: enemigos internos
Otro tema destacado en el encuentro fue el impacto de la corrupción y la deficiente gestión administrativa en el sector agrícola. Los altos cargos del Partido Comunista pidieron implementar controles más estrictos sobre los productores y comercializadores de alimentos, argumentando que es en estos eslabones donde se originan los problemas que perpetúan la escasez de comida en el país.
No obstante, este enfoque parece ignorar los obstáculos sistémicos impuestos por el propio modelo estatal, como los precios irrealistas, la falta de acceso a insumos y los problemas logísticos que limitan la capacidad de los agricultores para producir y distribuir alimentos de manera efectiva.
La realidad de la soberanía alimentaria en Cuba
El reconocimiento del fracaso del programa de «soberanía alimentaria» es una admisión tardía de un problema que los cubanos enfrentan a diario: la incapacidad del sistema socialista centralizado para garantizar un suministro adecuado de alimentos. Mientras las políticas agrícolas sigan priorizando el control estatal sobre la eficiencia y los incentivos, las esperanzas de superar la crisis alimentaria seguirán siendo escasas.
Este IX Pleno no solo puso en evidencia las fallas de las estrategias actuales, sino que también subrayó la necesidad urgente de cambios profundos en la forma en que Cuba aborda su producción agrícola. ¿Serán estas declaraciones el primer paso hacia una transformación real, o simplemente otro intento de eludir responsabilidades? El tiempo dirá si estas discusiones traen consigo soluciones tangibles o si el pueblo cubano continuará pagando el precio de un modelo fallido.