Las Tunas, una de las provincias más afectadas por la escasez de agua potable en Cuba, se enfrenta a un problema aún más grande: el robo de paneles solares instalados en estaciones de bombeo. Estos sistemas, que deberían ser la solución a las dificultades históricas de acceso al agua en comunidades rurales, están siendo desmantelados, lo que deja a miles de personas sin el vital líquido.
En solo seis meses, se han reportado ocho robos en diversas localidades de Las Tunas, lo que ha interrumpido el servicio de agua en municipios como Puerto Padre, Colombia, Jobabo y Majibacoa. En muchos casos, las comunidades afectadas han tenido que recurrir a métodos tradicionales para conseguir agua, lo que pone en evidencia la gravedad de la situación.
¿Por qué están robando paneles solares?
La respuesta es tan desconcertante como preocupante: aunque las autoridades locales han intentado reforzar la seguridad de estas instalaciones con patrullas vecinales y guardias, los robos no se detienen. Los paneles solares, componentes esenciales para el funcionamiento de las estaciones de bombeo, están siendo despojados sin que los responsables sean identificados ni los equipos recuperados.
Esto plantea una gran pregunta: ¿por qué se está permitiendo que estos robos sigan ocurriendo? Algunos críticos apuntan a una falta de consenso en el sistema de protección de estos recursos vitales, lo que dificulta la implementación de soluciones efectivas.
La creciente crisis energética: robos que afectan a todos
Y si esto no fuera suficiente, la crisis energética de Cuba también se ve reflejada en otro tipo de robos: el robo de aceite dieléctrico de transformadores eléctricos. Este aceite es crucial para el funcionamiento de los transformadores, y su falta genera apagones generalizados. Un robo reciente de 300 litros de aceite en la comunidad de Dos Caminos, en Santiago de Cuba, dejó a los habitantes sin electricidad durante varios días. Este tipo de robo ha aumentado la ya crítica situación energética, empeorando las condiciones de vida en muchas zonas del país.
En medio de todo esto, el sistema eléctrico nacional (SEN) ha sufrido otro colapso importante. A principios de diciembre, la mayor termoeléctrica de Cuba, la Antonio Guiteras, sufrió una salida imprevista que causó un apagón general en la isla. Esto es solo una muestra de cómo la combinación de robos y fallos estructurales está afectando a la vida diaria de los cubanos.
¿Qué podemos esperar de esta situación?
Con la falta de soluciones efectivas y la creciente inseguridad en cuanto a la protección de infraestructuras esenciales, Cuba se enfrenta a un futuro incierto. No solo se están perdiendo costosas inversiones en energía solar y sistemas de bombeo de agua, sino que también se está comprometiendo la calidad de vida de las personas en las zonas más necesitadas. Si el gobierno no actúa rápidamente, podría verse una mayor crisis de servicios básicos, con consecuencias aún más graves para la población.
Mientras tanto, los cubanos siguen luchando contra la inseguridad, los apagones y la escasez de agua, en un escenario donde la colaboración entre autoridades y ciudadanos parece más urgente que nunca.
