Cuba despertó este miércoles en estado de shock. El tercer colapso masivo del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) en menos de dos meses dejó a millones de cubanos a oscuras, después de una “inesperada” salida de servicio de la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras, ubicada en Matanzas. Este es el tipo de noticia que nadie quiere escuchar, pero que lamentablemente parece ser la norma en la isla.
¿Qué está pasando con el sistema eléctrico cubano?
Aunque el gobierno de Díaz-Canel asegura que están trabajando arduamente en restablecer el servicio eléctrico, la reacción de los cubanos no se ha hecho esperar. Las quejas en redes sociales y en los comentarios de la Unión Eléctrica y Cubadebate se multiplican. La gente está harta. Los comentarios reflejan una creciente frustración por la falta de soluciones efectivas. Muchos no solo piden explicaciones, sino también la renuncia del presidente, pues aseguran que este tipo de situación ya no se puede tolerar.
«Si pudiéramos, nos iríamos todos. Esto no es vida», es uno de los comentarios más comunes entre los cubanos que ya han perdido la paciencia. Las respuestas que ofrecen las autoridades no calman, y los ciudadanos sienten que las promesas de cambio nunca llegan.
Un pueblo cansado: ¿qué más puede soportar?
Los comentarios de los cubanos en redes sociales son una mezcla de impotencia, enojo y desesperanza. «Esto es terrorismo de Estado», escriben algunos, mientras otros sugieren que Cuba necesita “otro tipo de colapso” para finalmente cambiar las cosas. La constante falta de electricidad, las justificaciones vacías y la desconfianza en la capacidad del gobierno para solucionar los problemas están llevando al pueblo al límite.
Unos se quejan de los cortes repetidos, otros cuestionan la falta de mantenimiento en las termoeléctricas. “¿Por qué se desconecta siempre la Guiteras?”, se preguntan. La respuesta parece ser siempre la misma: las termoeléctricas están viejas y deterioradas, pero nada cambia. Y eso genera más desconfianza.
La ironía del cumpleaños de Sandro Castro
Mientras el pueblo sufre a oscuras, no faltan las ironías en las redes sociales. El cumpleaños de Sandro Castro, el nieto de Fidel Castro, está programado para el 5 de diciembre, justo después de este tercer apagón. Los comentarios, aunque sarcásticos, no dejan de tener un fondo de verdad: mientras la gente se queda sin luz, los miembros de la familia Castro parecen seguir viviendo cómodamente.
«¿Le cortaron la corriente a Sandro?», bromean algunos, mientras otros piensan que, seguro, el cumpleaños del «joven revolucionario» será celebrado con todo lujo y con generadores de electricidad privados. Las críticas a la desigualdad y a la desconexión entre la élite y el pueblo cubano no se hicieron esperar.
El sistema eléctrico como reflejo de la crisis
Más allá del apagón en sí, el colapso energético es un reflejo de la crisis profunda que atraviesa Cuba. Para muchos, la constante inestabilidad del sistema eléctrico se ha convertido en un símbolo de la ineficiencia y la corrupción del gobierno. Las quejas no solo giran en torno a los apagones, sino también a la falta de transparencia en el manejo de los recursos y la imposibilidad de resolver los problemas estructurales del país.
«¿De qué sirve que Rusia nos dé millones en créditos si no podemos siquiera mantener nuestras plantas eléctricas?», se preguntan algunos cubanos. Los comentarios reflejan una profunda decepción con las autoridades, que parecen incapaces de brindar soluciones concretas a los problemas cotidianos de los ciudadanos. La falta de luz, agua y otros servicios básicos se ha vuelto insostenible.
La frustración de un pueblo en crisis
«Este es el cuento de nunca acabar», dicen muchos. En medio de la desesperación, los cubanos se sienten atrapados en un ciclo de promesas incumplidas, mentiras y sufrimiento. A medida que se acercan las fiestas de fin de año, el pueblo de Cuba se pregunta si alguna vez podrán disfrutar de algo tan básico como un suministro eléctrico estable.
La frustración ha llegado a un punto en que incluso los términos de “terrorismo de Estado” ya no parecen exagerados para aquellos que sienten que el gobierno está jugando con su sufrimiento. El colapso energético es solo una pieza de un rompecabezas mucho más grande que sigue sin resolverse.
Cuba necesita más que un sistema eléctrico funcional. Necesita un cambio estructural, y muchos ya no creen que las autoridades actuales sean capaces de proporcionarlo.