El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel ha lanzado una nueva campaña contra la corrupción en Cuba, un esfuerzo que coincide con los recientes escándalos mediáticos protagonizados por su hijastro Manuel Anido y Sandro Castro, nieto de Fidel Castro. Sin embargo, la iniciativa genera escepticismo en una población que enfrenta una profunda crisis económica y social.
Un ejercicio para «combatir» las ilegalidades
Del 2 al 7 de diciembre, el gobierno cubano llevará a cabo el Ejercicio Nacional de Prevención y Enfrentamiento al Delito, la Corrupción, las Ilegalidades y las Indisciplinas Sociales. Según Díaz-Canel, el objetivo de esta acción es fortalecer la labor de los órganos del Estado y las organizaciones sociales para garantizar la seguridad y el orden público.
El mandatario destacó que la iniciativa busca involucrar a la ciudadanía mediante la «participación y control popular», lo que, según su criterio, “fortalece la unidad del pueblo”. Además, aseguró que este ejercicio se realiza en un contexto histórico, comprendido entre dos fechas de combate revolucionario.
Sin embargo, muchas personas se preguntan si este esfuerzo también abarcará a los altos dirigentes, quienes son constantemente señalados por abusos de poder y privilegios.
Un enfoque selectivo contra las «indisciplinas sociales»
Según el gobierno, la campaña no solo abordará casos de corrupción y delitos, sino también indisciplinas sociales, actitudes antisociales, evasiones fiscales y precios especulativos. Esto incluye también las «distorsiones» entre el sector estatal y privado. No obstante, críticos han cuestionado si estas medidas se centrarán exclusivamente en los más vulnerables, dejando intactos a los poderosos.
En marzo pasado, Díaz-Canel afirmó que no habría tolerancia con la falta de ejemplaridad en su gobierno. Esta declaración siguió la investigación por corrupción contra el ex viceprimer ministro Alejandro Gil Fernández, un caso que levantó dudas sobre la transparencia dentro de las altas esferas del poder.
Escándalos que desafían la credibilidad del régimen
La cruzada de Díaz-Canel contra la corrupción coincide con dos escándalos mediáticos que han avivado las críticas hacia la élite gobernante. Por un lado, las imágenes de su hijastro Manuel Anido Cuesta junto a la actriz Ana de Armas en Madrid han generado indignación. “¿Cómo puede darse una vida de lujo alguien vinculado a un gobierno que exige sacrificios al pueblo?”, cuestionan muchos cubanos.
Por otro lado, la ostentosa fiesta de cumpleaños organizada por Sandro Castro, nieto de Fidel Castro, ha exacerbado el malestar. En plena crisis, Sandro promueve un evento en su bar EFE con código de vestimenta, coctel de bienvenida, y bebidas gratis, mientras asegura ser un “joven revolucionario”. Este contraste entre el discurso oficial y la realidad de la élite cubana refuerza la percepción de desconexión entre los gobernantes y el pueblo.
Una sociedad en crisis
Estos escándalos se desarrollan en un contexto de profunda crisis económica en Cuba. Los apagones, la escasez de alimentos y el colapso de los servicios públicos han llevado a muchos ciudadanos al límite de la desesperación. En este escenario, los privilegios de la élite gobernante solo aumentan la percepción de corrupción y desigualdad.
El “Ejercicio Nacional” anunciado por Díaz-Canel corre el riesgo de ser percibido como un gesto vacío, especialmente si no incluye acciones concretas contra quienes ocupan altos cargos. Para muchos, la lucha contra la corrupción debe comenzar por quienes ostentan el poder.
Reflexiones finales
La cruzada anticorrupción de Díaz-Canel llega en un momento crítico para el régimen cubano. Aunque se presenta como un esfuerzo por recuperar la confianza del pueblo, los escándalos recientes socavan su credibilidad. La desconexión entre el discurso oficial y la realidad que enfrenta la población plantea serias dudas sobre la efectividad de estas iniciativas.
Mientras el gobierno busca fortalecer el “orden público”, el pueblo cubano sigue esperando respuestas claras y acciones reales que aborden las desigualdades y privilegios dentro de la cúpula del poder. La pregunta que muchos se hacen es si esta cruzada será una verdadera lucha contra la corrupción o simplemente otro intento por desviar la atención de los problemas estructurales que enfrenta el país.