El legado del Dr. Raúl González Hernández, creador del medicamento cubano Trofin, ha sido cuestionado por su propia hija, Elizabeth González Aznar. En un conmovedor mensaje publicado en Facebook, Elizabeth denunció la falta de reconocimiento hacia su padre y hacia muchos otros científicos cubanos cuyas contribuciones han quedado invisibilizadas bajo las políticas estatales de propiedad intelectual en Cuba.
El Impacto del Trofin y la Invisibilidad de su Creador
El Trofin, desarrollado en los años 90, es ampliamente utilizado en Cuba como antianémico. Registrado como medicamento en 1992 y patentado en 1994, representa un avance significativo en el sector de la salud del país. Sin embargo, según Elizabeth, su padre, el principal artífice de este medicamento, ha sido relegado al anonimato. “Mi padre dedicó años de esfuerzo y sacrificio a crear el Trofin, pero su nombre no aparece como dueño del producto”, explicó en su publicación.
Políticas de Propiedad Intelectual en Cuba
Elizabeth explicó que las leyes de propiedad intelectual en Cuba otorgan a las instituciones el derecho exclusivo sobre los desarrollos científicos, dejando a los creadores individuales sin el reconocimiento adecuado. “En Cuba, los científicos no tienen derecho a la propiedad intelectual personal. Todo se registra a nombre de instituciones, lo que invisibiliza a los verdaderos creadores”, denunció.
Este sistema ha generado una dinámica en la que los científicos quedan relegados al rol de “author o investigador principal” dentro de sus instituciones, mientras sus nombres no figuran en los productos que desarrollan. Elizabeth también señaló que este marco legal ha afectado a numerosos científicos cubanos cuyos avances han tenido un impacto trascendental.
El Dr. Raúl González Hernández: Un Científico Olvidado
El Dr. González, tras su jubilación, se ha visto en la humillante situación de tener que mendigar frascos de Trofin para su uso personal o familiar. Este hecho, que contrasta radicalmente con su papel como creador del medicamento, es una muestra del abandono que enfrentan los científicos en el país. “Los científicos cubanos han contribuido enormemente al desarrollo del país, pero muchas veces trabajan en el anonimato, sin obtener el reconocimiento ni los derechos que merecen por sus logros”, enfatizó Elizabeth.
Una Llamada al Cambio
Elizabeth abogó por un cambio en las políticas de reconocimiento hacia los científicos en Cuba. Según su testimonio, es crucial que se valore el esfuerzo individual de quienes han dedicado su vida al desarrollo del país. “Defenderé a mi padre y a todos los científicos pisoteados, porque su obra no solo cambió vidas, sino que merece ser reconocida como tal”, concluyó en su publicación.
El caso del Dr. Raúl González Hernández pone en evidencia la falta de reconocimiento hacia los científicos cubanos y las fallas de un sistema que prioriza a las instituciones sobre los individuos. Mientras otros países otorgan derechos de propiedad intelectual a los creadores, Cuba necesita replantear sus políticas para garantizar que los verdaderos artífices de los avances científicos reciban el crédito que merecen. Este debate no solo aboga por la justicia, sino también por el impulso de una cultura de innovación y respeto hacia quienes hacen posibles los progresos del país.