El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel declaró recientemente que es un hombre feliz, pese a las crecientes dificultades que enfrenta el país bajo su mandato. Durante un encuentro con 50 pioneros de diferentes niveles de enseñanza en el Palacio de la Revolución, el mandatario aseguró que su compromiso con el pueblo y la revolución socialista son las razones de su felicidad.
«Vivo en un País que me Hace Feliz»
En respuesta a una pregunta de una niña sobre cómo se siente ser presidente, Díaz-Canel afirmó: “Primero porque vivo en un país que me hace feliz, porque tengo un compromiso con el proyecto que defiende la mayoría de nuestro pueblo, que es la revolución socialista.” Además, mencionó que hay armonía en su entorno familiar y en sus equipos de trabajo. “Cuando comparto con la población en los lugares que visitamos, eso te enriquece mucho y te da mucha energía. Pero es una responsabilidad muy exigente,” agregó.
Contraste con la Realidad del Pueblo Cubano
Mientras Díaz-Canel habla de «felicidad» y «armonía,» la realidad en Cuba es otra. Miles de niños asisten a la escuela sin desayunar, otros dependen del apoyo de familiares en el extranjero para comer, y muchos no pueden descansar debido al calor y los apagones constantes. La economía del país sigue en picada, marcada por una inflación galopante, escasez de bienes esenciales y una moneda nacional devaluada.
«No Vivo Ajeno al Pueblo»
El mandatario insiste en que está en contacto con las necesidades de la población. “Ninguno de nosotros vive ajeno al pueblo. Estoy en un entorno familiar, de amistad, de trabajo, donde las personas tienen los mismos problemas de la población porque son parte del pueblo,” declaró. Además, destacó que existen mecanismos para estudiar los estados de opinión en tiempo real, aunque subrayó que confía más en lo que le transmiten sus familiares y allegados.
Un Intento de Humanizar su Imagen
Estas declaraciones se producen en un contexto de crisis profunda. En marzo pasado, pocos días después de las protestas que sacudieron varias localidades de la isla, Díaz-Canel se presentó en la televisión intentando proyectar una imagen de humildad y empatía. Sin embargo, muchos cubanos consideran que estos gestos no reflejan la realidad de un país sumido en el caos económico y social.