En su reciente emisión del show Hola! Ota-Ola, el polémico youtuber cubano Alexander Otaola realizó un extenso análisis de lo que califica como una “infladera” por parte de algunos artistas e influencers cubanos. Según Otaola, detrás de la ostentación de propiedades y lujos en la isla podría estar una estrategia de la Seguridad del Estado para proyectar una imagen falsa de prosperidad ante la juventud cubana.
Propiedades y Ostentación: ¿Realidad o Manipulación?
Otaola centró parte de su análisis en la reciente adquisición de propiedades por parte de figuras del entretenimiento en Cuba. Uno de los casos que menciona es el del reguetonero Yomil, quien, según el presentador, habría adquirido un apartamento en el edificio FOCSA que pertenecía al cantante Alex Duval.
“Dicen que Panchi (Yomil) le compró el apartamento a Alex Duval. Pero mi pregunta es, ¿cómo Alex Duval tenía este apartamento si apenas ha tenido éxito? Y, peor aún, ¿de dónde saca Yomil el dinero para comprar un apartamento en el FOCSA, si no pega temas hace rato y no vende música?”, cuestionó Otaola.
El youtuber también lanzó fuertes críticas hacia otros artistas, como Ja Rulay, quien habría adquirido una casa que, según Otaola, está fuera del alcance financiero de cualquier ciudadano cubano promedio: “Todo esto es manipulación, mentira, noticia falsa. No hay forma de que Ja Rulay, cobrando en pesos cubanos o con las ganancias de YouTube, pueda comprar esa casa,” afirmó.
La Estrategia de la Seguridad del Estado
Para Otaola, esta ostentación no es fortuita, sino parte de una supuesta estrategia de la Seguridad del Estado para mantener control sobre la juventud cubana: “La dictadura utiliza estas fichitas medianamente populares para enviar un mensaje falso. Quieren que los jóvenes piensen que en Cuba también hay prosperidad, que pueden tener casas, carros y éxito, cuando la realidad es completamente distinta,” denunció.
El presentador también destacó cómo figuras como El Micha, quien ha viajado recientemente a Cuba, podrían sumarse a esta estrategia: “No dudes que pronto El Micha aparezca diciendo que se compró una casa allá, porque esta es la forma en que manipulan y taladran la mente de los jóvenes,” aseguró.
“Todo es Inflader y Mentira”
Otaola no se detuvo ahí, señalando que muchas de las propiedades adquiridas por estos artistas no son legítimas, sino casas confiscadas por el régimen a sus antiguos dueños: “Estas son casas que han sido robadas a sus verdaderos dueños. La dictadura las tiene y las asigna a estos artistas para que finjan una prosperidad que no existe,” afirmó con contundencia.
También criticó cómo la narrativa de lujo y éxito se utiliza para distraer a la población: “La gente ve estas cosas y piensa: ‘Si ellos pueden, yo también puedo.’ Pero todo esto es falso, una pantalla para mantener a la juventud entretenida y sin cuestionar el sistema.”
El Papel de Otaola y el Debate en Redes
La transmisión de Hola! Ota-Ola generó un intenso debate en redes sociales. Mientras algunos respaldan las denuncias del youtuber, otros consideran que su postura podría ser exagerada o tendenciosa.
Otaola, sin embargo, mantiene su posición: “Mi trabajo es exponer estas farsas y mostrarle al pueblo cubano la verdad. En Cuba, nadie puede comprarse una mansión o un apartamento en zonas exclusivas, a menos que esté trabajando para el régimen o siendo utilizado por él.”
El Contexto Social y Político
La discusión sobre las propiedades y el lujo en Cuba llega en un momento de profunda crisis económica y social en la isla. Para muchos cubanos, las imágenes de artistas mostrando casas, autos y viajes representan una desconexión con la realidad que enfrenta la mayoría de la población.
“La dictadura quiere que creas que todo está bien, que puedes prosperar en Cuba. Pero lo único que prospera en Cuba es la mentira,” concluyó Otaola.
Con sus declaraciones, el polémico youtuber vuelve a encender el debate sobre la autenticidad de las historias de éxito en la isla y su posible relación con las estrategias del gobierno cubano para mantener el control social. ¿Hasta qué punto son reales estas adquisiciones? ¿Y cuál es el costo de esta supuesta prosperidad? El tiempo, como sugiere Otaola, podría dar las respuestas.