Más de una semana después de que los potentes sismos estremecieran el oriente cubano, la vida en Pilón, Granma, sigue marcada por la incertidumbre, el miedo y la lucha diaria por sobrevivir. Los vecinos, forzados a abandonar sus hogares dañados, enfrentan condiciones precarias en casas de campaña mientras buscan adaptarse a una nueva realidad.
Un Nuevo Sismo Acentúa la Crisis
Este martes, un nuevo sismo de magnitud 4.2 volvió a golpear la región, intensificando la ya crítica situación de miles de personas. «Llueve y pedimos a la providencia se abstenga de humedecer Pilón», compartió en redes sociales una residente, resaltando la falta de refugios seguros para las familias afectadas. Las casas de campaña, improvisadas y sin comodidades, se han convertido en el único resguardo de muchos.
Daños Estructurales y Miedo Constante
Las comunidades más afectadas, como Nuevo Pilón, muestran severas grietas en paredes, techos y columnas. Este panorama ha llevado a que muchas personas teman regresar a sus hogares. «Han pasado 78 horas desde los sismos de gran intensidad y centenares de réplicas. Subimos solo para cocinar o realizar necesidades básicas, pero evitamos quedarnos», relató una vecina.
Las afectaciones no se limitan a las viviendas; edificios clave como escuelas y centros comunitarios también han sufrido daños considerables. Entre ellos, un círculo infantil, un seminternado y una secundaria, cuyas actividades han tenido que ser trasladadas a viviendas que ahora funcionan como aulas temporales.
Solidaridad y Esfuerzos Comunitarios
A pesar de las adversidades, la solidaridad de los habitantes de Pilón brilla con fuerza. Muchos han improvisado cocinas al aire libre para alimentar a quienes más lo necesitan, utilizando leña y ollas en condiciones extremadamente limitadas.
Además, estudiantes de Ciencias Médicas de municipios cercanos han llegado para brindar apoyo. Estos jóvenes, que duermen en casas de campaña junto a los afectados, se encargan de realizar pesquisas activas, medir la tensión arterial y ofrecer apoyo psicosocial. «Conmueve tanta entereza en tan pocos años», comentó un testigo.
Las Comunidades Más Vulnerables
En Manta, un barrio de pescadores, la devastación es evidente. “Hay derrumbes totales, y varias familias comparten casas de campaña en los patios de vecindad”, describió una residente. Sin acceso a alimentos calientes y con recursos limitados, las condiciones de vida son cada vez más difíciles. El impacto emocional se suma al físico, dejando una profunda huella en los afectados.
Retos para la Recuperación
La recuperación en Pilón enfrenta grandes desafíos. El policlínico Manuel Sánchez permanece acordonado, y los refugios temporales son insuficientes. Además, la temporada de lluvias continúa, complicando aún más las evaluaciones y los planes de reconstrucción. «¿Qué tiempo demorarán los especialistas? ¿Habrá recursos para ejecutar los proyectos necesarios?», se pregunta una anciana, reflejando la desesperanza de toda una comunidad.
Un Futuro Incierto
Con miles de viviendas dañadas, infraestructura colapsada y una actividad sísmica que no cesa, los habitantes de Pilón enfrentan una de las crisis más difíciles de los últimos años. A pesar de la incertidumbre, la resiliencia de su gente, el apoyo mutuo y los esfuerzos colectivos dan esperanza en medio de la adversidad. Sin embargo, la pregunta clave persiste: ¿cuánto tiempo más podrán soportar esta situación?