A los 12 años, Armando Valdés no imaginaba que su vida daría un giro radical al protagonizar Conducta, una de las películas más emblemáticas del cine cubano. Sin experiencia previa en la actuación, este joven descubrió un mundo nuevo que lo marcó profundamente, pero también lo dejó con cicatrices que influyeron en su futuro profesional.
El Inicio Inesperado de un Sueño
Cuando Armando asistió al casting de la película, organizado por su madre, más de 7,000 niños ya habían probado suerte para el papel. Él desconocía completamente lo que implicaba la experiencia o quién era Ernesto Daranas, el director del filme.
Pese a las dudas iniciales de su equipo, Daranas decidió confiar en Armando, a pesar de que el joven no encajaba con el perfil del personaje de Chala. Venía de una familia humilde, pero educada, lo que contrastaba con la realidad que debía interpretar en pantalla.
Sobre cómo logró encarnar al inolvidable Chala, Armando confesó en una reciente entrevista con Yuliet Cruz, quien interpretó a su madre en el filme: “Yo me dejé llevar, yo estaba jugando todo el tiempo”. Esta naturalidad, sumada a su falta de formación actoral, hizo que el proceso fuera complejo pero genuino.
Un Papel que Transformó su Vida
Conducta exigió mucho emocionalmente, no solo a Armando, sino también a sus compañeros de reparto. Yuliet Cruz recordó con emoción: “Las escenas con Chala eran muy difíciles, muy fuertes, y muchas veces terminaba llorando. Yo vivía con el corazón estrujado”.
El impacto de la película fue inmediato y masivo. Armando, que prefería pasar desapercibido, se vio envuelto en una ola de atención que no buscaba ni disfrutaba. “A mí no me gusta que hablen de mí, ni ser el centro”, confesó, recordando cómo en 2014, tras el estreno, su vida cambió drásticamente.
La Realidad Tras el Éxito
Aunque la película le abrió puertas, también le trajo problemas. Durante la secundaria, la atención que recibía generó conflictos, lo que obligó a sus padres a cambiarlo de escuela.
Posteriormente, ingresó a la Escuela Nacional de Arte (ENA) para estudiar actuación, pero el reconocimiento por su interpretación de Chala resultó ser un arma de doble filo. Armando enfrentó críticas y envidias, incluso por parte de algunos profesores que no habían logrado los mismos reconocimientos en su carrera.
“Gané premios importantes, incluido un Coral, y eso me trajo más problemas que alegrías”, admitió. Durante sus años en la ENA, la escuela le prohibió participar en proyectos cinematográficos, limitándolo a pequeñas producciones hasta el tercer año de su formación.
Decepción y Renuncia a la Actuación
A pesar de las oportunidades que surgieron tras su éxito, las restricciones y decepciones en Cuba terminaron apagando su entusiasmo por la actuación. Aunque tuvo ofertas para proyectos importantes, el joven decidió alejarse del mundo del cine.
“A día de hoy no tengo interés por actuar”, aseguró Armando, quien no considera que su desmotivación esté relacionada con las dificultades de hacer carrera en el extranjero, sino con la acumulación de experiencias negativas en su propio país.
Un Legado Difícil de Olvidar
A sus 24 años, Armando Valdés sigue siendo recordado como el inolvidable Chala, un personaje que marcó un antes y un después en el cine cubano. Aunque su pasión por la actuación se desvaneció, su legado en Conducta continúa inspirando a generaciones y es testimonio del poder transformador del arte, incluso cuando deja cicatrices.
El caso de Armando ilustra cómo el éxito temprano puede ser tanto un regalo como un desafío, especialmente en un entorno cultural y profesional tan complejo como el de Cuba.