Hay edificios que marcan un antes y un después en una ciudad. Pero en el caso de la Torre K-23 de La Habana, este “hito” arquitectónico no ha traído unidad ni orgullo, sino un debate encendido que ha inundado las redes sociales.
Todo comenzó con un post en el grupo de Facebook Fotos de La Habana. La usuaria Flor M. González Aguilera compartió una imagen de la torre, tomada desde los jardines de la icónica Heladería Coppelia. En su mensaje, describió el edificio como “La Torre Azul de La Habana, azul como su cielo. Bendecido domingo, paz y bien para todos.” Pero en lugar de transmitir paz, el post abrió la puerta a una avalancha de críticas.
Los cubanos, con su ingenio habitual, no tardaron en rebautizar el polémico edificio. Entre los nombres más compartidos estuvieron:
- “El Mirador de la Miseria”
- “La Torre de la Soberbia”
- “La Torre de Mordor”
- “Gran Hotel que Nadie Pidió”
- “El Catafalco”
- “La Súper Caja de Fósforo”
El que más resonó fue, sin duda, “El Mirador de la Miseria”, un título que encapsula el sentimiento de muchos cubanos: un contraste doloroso entre la imponente estructura y las carencias que enfrentan en su día a día.
La Torre K-23 se erige en el corazón de El Vedado, un barrio que es testigo tanto de la belleza de La Habana como de sus desigualdades. Para muchos, esta edificación representa la desconexión entre las prioridades del gobierno y las necesidades reales del pueblo. Mientras las termoeléctricas fallan, los alimentos escasean y las familias luchan por sobrevivir, este lujoso proyecto hotelero se percibe como un derroche de recursos.
Algunos usuarios fueron más allá, lamentando que la torre simbolice el empobrecimiento generalizado del país. “¿Qué sentido tiene construir un hotel que nadie pidió, en un país donde muchos no tienen ni luz?”, se preguntaba un comentario en redes.
La Torre K-23, bautizada ahora por el pueblo como “El Mirador de la Miseria”, no solo es un nuevo elemento en el paisaje habanero, sino un recordatorio constante de las profundas desigualdades que atraviesan a la sociedad cubana.
¿Y tú, qué opinas? ¿Es esta torre un símbolo de progreso o de prioridades mal gestionadas?