Este viernes, se inauguró en el municipio Plaza de la Revolución de La Habana una nueva tienda en Moneda Libremente Convertible (MLC), que busca abastecerse a través de un proveedor vasco. El mercado «Amistad 26», que ahora será conocido también como minimercado Caribe-Berría, se encuentra en la intersección de Avenida 26 y Zapata, y representa un esfuerzo conjunto entre la Cadena de Tiendas Caribe y el proveedor vasco Aldaketa.
Durante la reapertura, los responsables de la tienda enfatizaron su compromiso por ofrecer un servicio de calidad constante. El proveedor, por su parte, aseguró que trabajará en mejorar los surtidos y precios para adaptarse mejor a las necesidades de la población cubana. Sin embargo, detrás de este discurso, se esconde una realidad difícil de ignorar: la exclusión económica de gran parte de los cubanos que no tienen acceso a la MLC, lo que los deja fuera de estos establecimientos.
La exclusión económica como trasfondo
El evento estuvo marcado por un tono triunfalista, con frases como «Unidad + Motivación = Victoria», buscando resaltar el esfuerzo conjunto entre proveedores extranjeros y autoridades locales. Sin embargo, esta retórica no puede ocultar la realidad de una economía que sigue dejando fuera a una gran parte de la población.
El presidente Miguel Díaz-Canel prometió en 2020 que las tiendas en MLC serían un paso para abastecer también a las tiendas en moneda nacional. Sin embargo, estas promesas no se han materializado, y las tiendas en MLC continúan siendo un recordatorio de las desigualdades que enfrenta la sociedad cubana.
Para los que no tienen acceso a la MLC, estas aperturas no representan una solución a sus problemas, sino una reafirmación de las barreras económicas que siguen impidiendo que muchos accedan a bienes y servicios básicos.
El origen de las tiendas en MLC
Las tiendas en MLC fueron implementadas en 2019 como parte de una estrategia para atraer divisas extranjeras durante una creciente crisis económica en la isla. En su momento, se presentaron como una solución para abastecer de productos de alta demanda, como electrodomésticos, alimentos importados y productos de higiene, mediante el uso de divisas extranjeras, como dólares, euros o tarjetas internacionales.
Sin embargo, con el paso del tiempo, estas tiendas han profundizado la desigualdad social en Cuba. Muchos cubanos no tienen acceso directo a divisas, por lo que dependen de remesas o del mercado informal para poder adquirir productos en MLC. Esto ha dado lugar a un mercado dual que ha agravado las dificultades económicas para gran parte de la población, desplazando productos básicos hacia las tiendas en MLC y dejando a muchos ciudadanos sin acceso a lo esencial en los comercios en pesos cubanos.3
Aldaketa: proveedor de experiencia y alcance internacional
Aldaketa, la empresa vasca encargada de abastecer el minimercado Caribe-Berría, tiene más de 30 años de experiencia en la distribución y comercialización de productos alimenticios para Cuba. Su enfoque principal ha sido atender al sector hotelero y a supermercados, según lo que se detalla en su página web.
La compañía opera desde un centro logístico en Galdakao (Bizkaia, España), con una capacidad de envío de más de 500 contenedores de 40 pies anuales a Cuba, transportados directamente desde Bilbao al puerto de Mariel en un plazo de 19 días. Aldaketa comercializa más de 800 referencias de productos, tanto secos como refrigerados y congelados, y ofrece la opción de personalizar los envíos combinando hasta 80 productos diferentes por contenedor.
Además, la empresa cuenta con almacenes en Berroa, La Habana, y su sede cubana está situada en Miramar, en el municipio de Playa, en La Habana.
¿Una solución o un agravamiento de la crisis?
La inauguración de tiendas en MLC en Cuba sigue siendo un tema polémico. Si bien algunos celebran la llegada de nuevos productos y la posibilidad de obtener artículos de mayor calidad, para la mayoría de los cubanos estas iniciativas no representan un alivio real a sus problemas diarios. Las tiendas en MLC continúan siendo una barrera económica que excluye a una gran parte de la población, creando una sociedad de dos velocidades, donde solo unos pocos pueden acceder a lo que necesitan, mientras que el resto se ve condenado a lidiar con los desabastecimientos y las carencias en los comercios en moneda nacional.
El futuro de la economía cubana sigue siendo incierto, y la creciente dualidad del mercado solo parece agravar las desigualdades en la isla, haciendo que la crisis no solo sea económica, sino también social.