La tranquilidad del parque de casas móviles Lil’ Abner en Sweetwater, Miami, se ha visto sacudida por una inminente orden de desalojo que afecta a 900 familias. Para muchos, este lugar no es solo un espacio físico, sino un hogar lleno de recuerdos y sacrificios.
Entre las voces de protesta destaca la de un cubano cuya familia ha vivido en el parque por más de 40 años. “Aquí murieron mis abuelos. Soy el único que quedó. Ahora nos hacen esto”, dijo en un video compartido por el reportero Leonel Alleguez Rey en TikTok. Su testimonio refleja la angustia de quienes han dedicado toda una vida a construir un hogar en este lugar.
El desalojo, programado para el 31 de enero de 2025, promete una compensación de $14,000 por familia. Sin embargo, esta cifra ha sido calificada como insuficiente por los residentes. ¿La razón? El altísimo costo de vida en Miami, donde el alquiler promedio de un apartamento de dos habitaciones supera los $2,400 mensuales.
“Estoy en bancarrota porque todo mi dinero y mis tarjetas las metí en ese tráiler. Hoy es el cumpleaños número 18 de mi hija y aquí estoy, en la calle. No sé a dónde ir, no sé qué hacer”, expresó al borde de las lágrimas el mismo residente. Su historia, como la de muchas otras familias, pone de manifiesto la falta de opciones accesibles para quienes serán desplazados.
Aunque los afectados no se oponen al desarrollo urbanístico del terreno, exigen soluciones más inclusivas. “Entendemos que quieran hacer urbanizaciones, pero deberían hacerlo con nosotros aquí. Espacio hay. Podrían construir apartamentos y darnos el derecho a una vivienda digna, que nosotros pagaríamos”, comentó con esperanza.
Mientras tanto, las familias han organizado manifestaciones pacíficas para exigir un plan de reubicación que contemple sus necesidades. Critican que, aunque han pagado puntualmente su renta durante años, el dueño del terreno solo les ofrece una salida insuficiente. “No pedimos que nos regalen nada, solo el derecho a seguir viviendo dignamente”, afirmó otro manifestante.
El caso de Lil’ Abner pone en evidencia un problema creciente en Miami: la especulación inmobiliaria y los elevados costos de vivienda que están desplazando a comunidades vulnerables. Según los residentes, el terreno se destinará a construir apartamentos para alquiler, pero sin garantizar acceso para las familias desalojadas.
Con la fecha límite aproximándose, los afectados aseguran que no se rendirán. Mientras las protestas continúan, el parque Lil’ Abner se ha convertido en un símbolo de la lucha por una vivienda digna en un Miami cada vez más inaccesible para las familias trabajadoras.