El Gobierno cubano ha dispuesto casas de campaña para albergar a las familias damnificadas por los fuertes sismos de magnitud 6 y 6.7, cuyo epicentro se localizó al sureste de la provincia de Granma. No obstante, la medida ha sido objeto de críticas debido a su alcance limitado y a la falta de atención a otras comunidades que también resultaron gravemente afectadas.
Los sismos, que siguen siendo sentidos en la región oriental del país, han dejado hasta ahora un saldo de diez personas heridas y más de 3,750 edificaciones dañadas. Esto ha obligado a las autoridades a implementar medidas de emergencia para hacer frente a la situación, incluyendo la instalación de casas de campaña en algunas zonas del territorio.
En un reportaje transmitido por el Canal Caribe, se documentó la visita del presidente Miguel Díaz-Canel a la zona afectada, mostrando las casas de campaña instaladas cerca de la zona conocida como Los Edificios. Sin embargo, esta medida ha generado descontento entre los habitantes de otros municipios cercanos, como Pilón, que denuncian que la atención se ha concentrado exclusivamente en esta área.
Una residente de Pilón, a través de las redes sociales, expresó su frustración: “Los dirigentes piensan que Los Edificios es todo Pilón, pero no es así. La Pesquera, Manta, La Marina, Marea y Mota también han sido gravemente afectadas, con viviendas derrumbadas y familias sin comida, agua ni un lugar donde dormir. Muchos niños están sin leche, y en La Pesquera y Manta hay personas durmiendo en la calle. Mientras tanto, en Los Edificios instalaron casas de campaña como si el resto de Pilón no necesitara ayuda”.
Además de estas críticas, se ha señalado la situación crítica en otras zonas como Calabaza, donde los residentes siguen careciendo de recursos básicos tras el desastre.
Los sismos principales, que sacudieron la región en los últimos días, han sido seguidos por numerosas réplicas, que hasta el 16 de noviembre sumaban 3,648 en total, de las cuales 97 fueron perceptibles por la población. Esto ha mantenido a los habitantes en un estado de alerta constante, afectando psicológicamente a muchas personas que siguen viviendo bajo el temor de nuevos temblores.
Este contexto ha generado una creciente preocupación entre los habitantes de las zonas más afectadas, quienes exigen más apoyo y una distribución más equitativa de los recursos destinados a la emergencia.