Díaz-Canel recorre La Habana en una “campaña de limpieza” mientras la ciudad sigue sumida en montañas de basura y suciedad

Redacción

Este sábado, con motivo del aniversario 505 de La Habana, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel volvió a las calles de la capital, en su rol de presidente del Consejo de Defensa Nacional, para liderar su enésima campaña de limpieza e higienización de la ciudad. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos y las continuas visitas a puntos críticos de la capital, La Habana sigue siendo una ciudad marcada por el caos de basureros y desechos desbordados, lo que refleja la ineficiencia de las políticas implementadas hasta la fecha.

Una visita más a La Habana, pero con pocas novedades

En esta ocasión, Díaz-Canel recorrió varios puntos del municipio Cerro y de la zona del Cubo del Muelle de Caballería, donde las autoridades le presentaron el progreso de las inversiones para aliviar el sistema de alcantarillado, con apoyo de fondos donados por instituciones españolas. También visitó el histórico Palacio Sarrá en el Malecón, que ha sido restaurado con fondos sauditas. No obstante, más allá de las visitas protocolarias, la imagen que persiste de la capital es la de calles abarrotadas de basura, inmundicia y escombros.

El plan de “limpieza” que nunca llega

A pesar de sus visitas a barrios y de los esfuerzos mediáticos por mostrar su “preocupación” por el estado de la ciudad, las acciones de Díaz-Canel no han logrado resultados concretos. En su discurso, el mandatario insistió en que la “batalla” contra la basura se gana solo con el compromiso colectivo de todos los habitantes, pero los habaneros siguen enfrentando la misma situación caótica que ha caracterizado a la ciudad desde hace años.

De hecho, Díaz-Canel había anunciado a comienzos de octubre una estrategia en la que cada ministerio tendría que apadrinar un municipio, con la intención de estabilizar la recogida de desechos y mejorar las condiciones de higiene. Sin embargo, un mes después, La Habana sigue exhibiendo basureros desbordados, calles sucias y una ciudad que parece cada vez más abandonada.

El gobernante insistió en la necesidad de “sostenibilidad” y de que los centros de trabajo colaboren en el saneamiento, pero no ofreció soluciones concretas ante la crisis que enfrenta la capital. A pesar de los anuncios grandilocuentes y las visitas a los barrios, la situación de la ciudad es cada vez más desoladora, y los habitantes de la isla siguen esperando una respuesta real por parte de las autoridades.

La desconexión entre el discurso y la realidad

En su visita al municipio Cerro, Díaz-Canel destacó la importancia de que cada municipio se encargue de su parte del saneamiento, pero muchos se preguntan por qué, a pesar de tantas promesas, la situación no mejora. Como algunos ciudadanos han señalado en redes sociales, el gobierno parece más enfocado en promocionar sus planes que en implementar soluciones efectivas. El contraste entre las palabras de Díaz-Canel y la realidad de una ciudad llena de escombros y basura es cada vez más evidente.

Al final de su visita, el presidente pidió “disciplina y compromiso” a los habitantes de La Habana para mantener la ciudad limpia, pero su mensaje parece más un intento de desviar la atención que una solución real a los problemas estructurales que afectan a la capital.

Una ciudad llena de “heridas” y promesas vacías

A lo largo de su discurso, Díaz-Canel habló de “defender” la ciudad y de “sanar sus heridas”, pero lo que sigue siendo evidente es que esas heridas siguen abiertas y sangrando, con una capital que, más de 60 años después de la Revolución, sigue siendo inmanejable en términos de orden urbano y saneamiento. La falta de una estrategia coherente y efectiva está dejando claro que la gestión del gobierno cubano sigue siendo incapaz de ofrecer soluciones a los problemas más cotidianos de los ciudadanos.

En resumen, la visita de Díaz-Canel a La Habana para supervisar las acciones de limpieza es solo un capítulo más de una larga lista de promesas incumplidas. La ciudad sigue sumida en el desorden y la basura, mientras el presidente continúa con su campaña de propaganda, en lugar de asumir la responsabilidad de implementar soluciones duraderas y efectivas que puedan realmente mejorar las condiciones de vida de los habaneros.