Raúl Pérez Velázquez, un padre cubano que vive en Estados Unidos, compartió un relato desgarrador sobre el reciente robo en la casa donde residen sus dos hijas junto a su suegra en La Habana. En una madrugada cualquiera, alguien entró a su hogar y les arrebató casi todo: desde electrodomésticos hasta algo tan básico y necesario como los libros de las niñas, dejándolas sin recursos para estudiar. Lo contó en exclusiva al periodista Mario Pentón, y su testimonio ha impactado a muchos que conocen bien la situación de inseguridad y crisis en la isla.
Raúl relató cómo, en medio de la madrugada y con su suegra y sus hijas dormidas, los ladrones irrumpieron en la vivienda y se llevaron todo lo que pudieron. “Televisores, los teléfonos de las niñas, dinero… todo”, mencionó aliviado de que al menos nadie resultara herido. Su agradecimiento a Dios fue claro, aunque no pudo evitar el dolor y la frustración al saber que incluso las mochilas de las niñas desaparecieron. Dentro de esas mochilas estaban las libretas y libros de estudio que tanto necesitan, especialmente en época de pruebas.
Para este padre, el robo de los libros de sus hijas fue quizás lo más doloroso. Su impotencia es palpable al explicar cómo sus hijas, que están en séptimo y noveno grado, se dieron cuenta de que ahora no tienen con qué estudiar. La preocupación de las niñas por sus libretas muestra una realidad desgarradora: en medio de la inseguridad y el robo, las preocupaciones más sencillas son las que duelen más. Sin libros, su rendimiento académico se ve afectado, y en Cuba, donde el acceso a estos materiales ya es limitado, esta pérdida es aún más grave.
Raúl también aprovechó su denuncia para expresar su preocupación por el aumento de la inseguridad en Cuba. La situación económica, la falta de recursos, el hambre y la miseria han llevado a un incremento en los robos y la violencia, que afectan a familias como la suya. A pesar del dolor, Raúl agradece que ni su suegra ni sus hijas sufrieran daño físico; sin embargo, el trauma emocional es evidente. Aún más frustrante fue descubrir que la policía no había aparecido para investigar el robo en su hogar, un detalle que indigna a este padre que siente que las familias comunes no reciben el mismo trato que otras entidades en la isla.
Además, Raúl hizo un llamado a los vecinos y a la comunidad de El Cerro, esperando que si alguien encuentra en algún basurero unas libretas de noveno o séptimo grado o libros escolares, los recupere. Su desesperación es evidente, al igual que su indignación al ver que el gobierno cubano responde de inmediato a ciertos incidentes, mientras que para familias como la suya, la ayuda parece inexistente.
Entre la tristeza y la impotencia, Raúl solo desea tener pronto a sus hijas con él en Estados Unidos. Expresó que él y su esposa trabajan duro todos los días para darles un futuro mejor, y que algo tan devastador como un robo destruye en minutos lo que tanto esfuerzo ha costado construir. En su reflexión final, mencionó que, afortunadamente, su familia no salió herida, pero recordó otros casos en los que las víctimas no han tenido la misma suerte, como el de un tío suyo, asesinado en Matanzas para robarle su moto.
El testimonio de Raúl no es aislado. Yaneisy Durán, otra cubana en Estados Unidos, compartió que su hijo también fue víctima de un robo en Cuba. Esta experiencia, común para muchos cubanos, no solo expone la creciente inseguridad, sino también la desolación de quienes sienten que las autoridades no hacen lo suficiente para proteger a las familias.