En la sociedad cubana, las reglas y prohibiciones parecen aplicarse de manera diferente para aquellos que están en el poder. Recientemente, un incidente en Santiago de Cuba ha puesto de manifiesto esta clara desigualdad. Mientras que a los ciudadanos se les imponen estrictas restricciones, los miembros de las fuerzas del orden parecen estar exentos de estas normas. Un caso particular ha levantado ampollas entre la población, y revela la doble moral que rige en el país.
Un expendedor de combustible en problemas
En Cuba, es terminantemente prohibido para los ciudadanos realizar actividades relacionadas con la venta de combustible sin las debidas autorizaciones. Un expendedor de combustible que osara hacerlo podría perder su trabajo, mientras que aquellos que compran combustible de forma irregular también enfrentan graves consecuencias. Las advertencias son claras: la violación de estas normas no solo pone en riesgo el empleo de las personas, sino que también puede llevar a severas sanciones. Sin embargo, esta rigurosidad parece no aplicar para ciertos grupos, en especial para los agentes del orden.
Impunidad en acción
Un ejemplo de esta impunidad se observó recientemente en la patrulla 623, que fue captada en video cargando porrones de combustible en su maletero en el CUPET ubicado en la Avenida Martí y San Rafael, en Santiago de Cuba. Este acto no solo se llevó a cabo en público, sino que fue presenciado por numerosas personas que transitaban por la zona. Mientras los ciudadanos temen por su trabajo y su libertad, los policías, que se supone deben ser los defensores del orden, actúan como si estuvieran por encima de la ley.
La denuncia de un ciudadano
El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada ha sido uno de los que ha alzado la voz contra esta injusticia. Un ciudadano, graduado en comunicación social y testigo del hecho, decidió presentar la denuncia correspondiente ante la Asamblea Provincial y el Partido de Santiago. Su acción es un reflejo del descontento y la frustración que siente la población ante las acciones del gobierno y sus fuerzas de seguridad.
La reacción de la prensa
“¡Qué cómico!” exclamó Mayeta Labrada al referirse a la situación, enfatizando la ridiculez de que aquellos que deben hacer cumplir la ley se comporten como si estuvieran exentos de las normas que rigen al resto de la población. Este tipo de situaciones no solo alimenta la percepción de injusticia, sino que también socava la confianza en las instituciones.
Un ciclo de desconfianza
La impunidad policial en Cuba alimenta un ciclo de desconfianza entre el pueblo y las autoridades. Los ciudadanos se sienten impotentes ante un sistema que parece proteger a unos pocos a expensas de la mayoría. Mientras los ciudadanos temen las repercusiones de sus acciones, los policías y otros funcionarios parecen actuar sin miedo a las consecuencias. Este desbalance genera un clima de tensión y malestar que no se puede ignorar.