El suministro de gas licuado en Cuba se ha vuelto uno de los aspectos más problemáticos en los últimos meses, marcados por crisis recurrentes que han obligado a miles de cubanos a “perseguir” los escasos cilindros de este combustible esencial para la cocción en muchas zonas de la isla. Este viernes, la Empresa de Gas Licuado anunció que, a partir del 4 de noviembre, este producto no estará disponible en los puntos de venta de La Habana, Artemisa y Mayabeque, según informó la Agencia Cubana de Noticias.
La empresa atribuyó la crisis a «demoras en la descarga del barco por el proveedor» y a un «cambio imprevisto de las formas de pago» tras la eliminación del crédito. El director general, Iván Agustín Lora Alfredo, mencionó que el desabastecimiento se debe a las «acciones directas» del embargo de EE.UU. contra Cuba. Aunque no se fijó una fecha para el restablecimiento del suministro, Lora se comprometió a «informar oportunamente», lo que genera inquietud entre los habitantes de La Habana, quienes temen que «esto se va a demorar».
Los comentarios en las redes sociales reflejan el descontento. Abel Montes, un usuario en Facebook, comentó: “Como siempre, ninguna empresa estatal socialista tiene problemas, el problema siempre es de otros. Ya cansan con lo mismo, el bloqueo es el comodín de todos estos acomodados”. Muchos cubanos criticaron la situación y exigieron un plan de acción creíble para evitar que estas crisis se repitan continuamente.
Cerca de 1.700.000 clientes de gas licuado en el país han estado enfrentando la falta de suministro desde finales de septiembre, cuando la crisis del combustible se agudizó. Para enfrentar la situación, las autoridades anunciaron a principios de octubre la descarga parcial de un barco que llevaba gas, que había estado en un puerto esperando su pago. Sin embargo, menos de un mes después, el producto se agotó nuevamente, y la falta de un plan estable de suministros ha llevado a la crisis de vuelta a los hogares cubanos.
La escasez de gas licuado, junto con la corrupción y los altos precios, ha mantenido en vilo a muchas familias cubanas durante meses, especialmente considerando los apagones constantes que impiden el uso de cocinas eléctricas. Hace un año, en una crisis similar, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, afirmó: «Vamos a seguir restringiendo el gas licuado, ahorrando en nuestras casas». Ahora, la situación parece no haber cambiado y se repite el ciclo de desabastecimiento.
En Santiago de Cuba, la reventa de gas licuado se ha convertido en un negocio muy lucrativo. El acaparamiento y los cambalaches han desafiado las políticas de precios estatales. La angustia no solo proviene de las largas colas y la escasez, sino también de que una balita de 10 kilogramos de gas licuado se cotiza en el mercado negro a 5.000 pesos, un precio difícil de afrontar para la mayoría de los 176.000 clientes de la provincia.