La reventa de gas licuado se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos en el mercado negro de La Habana. Un cilindro nuevo de 10 kilogramos se cotiza entre 20 mil y 25 mil pesos, un precio que desafía la política de precios del Estado y que podría empeorar con la llegada de la Navidad y el fin de año.
La crisis energética, combinada con la escasez y el descontrol, ha elevado los precios del combustible doméstico, incrementando el acaparamiento y generando incertidumbre entre las familias de bajos ingresos. Lázaro, un ingeniero del reparto Miramar, en Playa, expresa que «la prioridad no es para las familias que apenas tienen con qué cocinar, sino para quienes pueden pagar precios abusivos del contrabando».
Dalia, otra vecina, señala que lo complicado no es esperar días bajo la lluvia por el gas, sino ver cómo quienes deberían solucionar los problemas lucran con las necesidades del pueblo. María Elena critica que, mientras los restaurantes pueden costear el gas, las madres solteras deben cocinar con el humo de los fogones de leña.
Después de un mes sin distribución, la Intendencia implementó una absurda medida de hacer listas en los puntos de gas para «proteger» a grupos vulnerables, pero el resultado ha sido desastroso. Damaris comenta que en su barrio solo han distribuido cilindros a los primeros 300 números de la lista.
Leonardo, un jubilado, lamenta ver a ancianos y embarazadas lidiando con calderos en la calle, buscando una forma de cocinar. Raudel, un vecino de Querejeta, explica que el trapicheo abarca desde cilindros llenos hasta la compra de derechos de venta racionada, lo que complica aún más la situación.
Las quejas continúan. Marta menciona que en su zona el gas llega a horas intempestivas, mientras Nereida relata un intento de los vecinos por contar los cilindros, que terminó en una intervención policial.
Los precios del carbón también han subido, alcanzando los 1500 pesos la lata, lo que contrasta con lo que informan las autoridades.
La situación es más crítica para las familias en zonas de bajo voltaje y asentamientos ilegales, que apenas reciben electricidad y no tienen contratos para el combustible. Un responsable de distribución confirmó que las ilegalidades afectan también a los sectores empresarial y presupuestado, donde directivos ofrecen sobornos para ser priorizados en la entrega de gas.
La mala planificación agrava el problema. Barcos que pasan frente a Santiago de Cuba primero descargan en La Habana, dejando solo lo que queda para Oriente. Esta sobreexplotación de recursos complica aún más la situación.
En Holguín, Las Tunas, Granma y Guantánamo, unas 400,000 familias sufren la misma inestabilidad. Iván Santana Arranz, jefe de planta de la Empresa Mixta ELF Gas S.A., indicó que se planea sacar diariamente 18,000 cilindros de gas, una estrategia arriesgada que supera la capacidad de llenado de la empresa.